viernes, 22 de junio de 2012

Camino real con fuga antigua


En ese camino  de curtidas cepas
de nudos estratos en rosa amarillo
en rubicundos cristales de otro tiempo
      resonaban con viva fuerza los gritos
      voces y susurros de viejos arrieros
              sin cultura ni mesura estetas,
de alados duendes de antigua Antioquia
con sus cantos y lozanas coplas
sus pujas, sus luchas
con serpientes ancestrales tretas
y seculares brujas
probando la fuerza de toda reliquia

      Hechiceras, dánaes, sirenas
      esperándolos en rubias peñas,
      en oscuros vericuetos de sorda espelunca
                 o de suprema deliquia
      cerros cubiertos de sietecueros
      y amarrabollos en escarlata
                         o setos de ensueño
      envueltos en cuidadosa batatilla
      corredores en los altos
      tapizados de violeta
y princesas agarenas 
a la regia divisa de dorados ocasos

           guardados en el insondable silencio
           del majestuso búho de los páramos
                   atento a la llegada de la noche
                   y garante de su dominio excelso
          entraban al templo de sándalos
          de columnas infinitas
          y guiados por centenas de luciérnagas
                               encendían en ofrenda
                               a los renegridos cielos
          la dicha sin par de sus fogatas
el carmín de cerebrales cuitas
volcán de locuras en derroche.

Deslizaban luna de corales
o fimbria de estrellas vagabundas
entre las dos y las añejas tres,
Orión con sus musas y sus Canes
entre las tres y las cuatro,
         mientras arriaban sus recuas de mulas
         y las arrastraban al amanecer
         sus férvidos cantos y silbatos
         entrenados en bambucos
         que añoraban sus mozas salvajes
durmientes en pueblos tropicales
al son de chicharras taciturnas.

           En la noche aún de mieles y jazmines
           se cobijaban porfiados
           en nieblas del gayo junio
           y penetraban sutil mañana
bañada en las fragancias del plenilunio
que cuidaban en cofres de nácar
múltiples magos Merlines
expertos en ir de caravana
con ociosos vagabundos alelados
       y azul mediodía en paz gozar,
          a resguardo del tiempo y sus espías
             que en cantiles de huesos cruel fluía.


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