domingo, 31 de mayo de 2020

Norma fuera de norma

Montezuma Cypress | Coniferous Forest


esa voz de afuera 
de un amor profundo y absoluto
que trata de convencernos y arrastrarnos
ese gran cello que habla desde un mundo 
desconocido y poderoso
es capaz de electrizarnos el corazón

y poblar nuestra soledad de almas caudalosas
sin rostro ni nombre alguno
pero llenas de fuerza y de ternura
que vibran con la tierra y las praderas florecidas
que aparecen en el vuelo inextinguible 
del espíritu transhistórico con voz de Océano
que en el amor rebasa nombres al nombrar
su pasión como de soplos derretidos y afiebrados

sonaba Cypress del místico Dvorak
sus cuatro instrumentos me destrozaban de tensión
y me recomponían en caricias nocturnales
como magia de mujer divina
capaz de todos los vuelos 
y amante de crudos devenires

se entraba por la piel como tunas de rosa
empujadas por gigante roca del abismo
pero anestesiadas por el silbo 
de algún mago sostenido
que orquestaba el oleaje íntimo del sensopensamiento
que agitaba el océano informal
muy lejos de cualquier costa humana
de cualquier norma doméstica

reinaban las ondas sísmicas
de un éxtasis mantenido en onda corta
aire escaso pero dulce y suficiente
era el aliento de su corazón
envuelto en aromas de canela y azahar 
que me deleitaban por su boca diminuta

era un presente hecho de temblores
de antiguas vidas represadas
y dispuestas siempre a volver actuales
de inauditas fuerzas virtuales
incontenibles presencias pasadas
que llenaban la noche de aires raros
y presagiaban novedosos futuros
alzas y caídas de números rituales

José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Mayo 31 2020

sábado, 30 de mayo de 2020

Nunca en silencio




Sería eso la gravedad?
En eso concluiría toda materialidad?
En ese canto incesante y celeste
del agua virgen del mudo arroyo?
No era la gravedad sonora del mundo
sino el canto levitante del silencio,
el limpio tacto de los musgos y el bosque
en su tarea de masajear mi alma
y entregarme los lúbricos brillos
las alegrías evanescentes

de las orquídeas enamoradas
y los erectos orantes lirios
apoyados en letanías de grillos,
encargados de ajuarar la eterna fiesta, 
cada uno entre su balcón de privilegio
se amañaba con sus notas ensayadas,
dando todo en la canción hasta el martirio
mientras danzarinas sobre esbeltos tallos
exhibían colores de sortilegio
hojas y flores recién nacidas.

Me senté a escuchar el agua correr
con la calma sedante de lautos siglos
entre líquenes y helechos de floresta,
de pies y manos bañado entre su nácar,
calando el cielo hondo de sus pieles,
esperando sólo sin tiempo arder,
esconderme entre los poros del aire
y sucumbir en el éxtasis de la orquesta
que en torno de las calladas rocas
hacían coquetas líneas de agua.

Era un silencio en clave hidráulica
orquestado de sincopados murmullos
que alzaban sueños en vapores de fiebre
de volátiles duendes, trasgos y hadas
coloreando el aire de inestables llamas.
Esperaba a la vera de perenne ría
danza sutil de encantados pasos tuyos 
que trenzaban mi alma a la hojarasca
donde pequeña muerte armaba pesebre 
a los nuevos infantes de eterna vida.

En las corcheas de esos silencios
perdían sus rostros los viejos amores,
pero allí permanecían expectantes,
dueños de una nueva felicidad
como una claridad difusa y plena
que se extendía oxigenando maniguas
y descubriendo las sórdidas cavernas
do las Parcas preparaban nacimientos
que asombraran la iluminada arboleda
para la solemne entrada del Meridion.


José Guillermo Molina
El Corazón, Medellín, Finca Villa Mercedes
Mayo 30 de 2020

domingo, 24 de mayo de 2020

Abrazos


Sabes por qué nos gusta que nos abracen?

Porque el ahogo cruel de un abrazo

le pone un límite al dolor

Le pone un perímetro alrededor

y el aire se infecta en perfume de corazones

nos estrechan brazos desde cálidas distancias

que vuelven a reunir  en amor

fragmentos de olvido y soledades


Dijeron que me volvería invisible

Como saltar en mil pedazos

hacia una cascada salvaje 

que te lleva en divergente espuma

por orillas de punzante abrojo.

Pero arcano de estrechos abrazos

de nuevo reunió mis partes 

y las ató a mi alma en mágico traje.

 

En el centro estaba el fuego sacro

calentando, renovando, consumiendo,

marcando entre las almas distancia cero

y fundando un lenguaje de mudo tiempo

entre poemas de distinto número

que acordaban en música su añoranza

y de infinito colmaban en secreto

sus difusos melódicos intervalos

 

Pero el gran abrazo y la ternura

    no provenía de los números, 

         ni del poema, ni de los otros,

me lo daban los eternos grillos

y el silencio de metafísicas mieles

que humeaba en las losas del corredor.

Era un abrazo sin círculos ni perímetros

un abrazo en solo planos amorosos,

 

un abrazo de las brumas andariegas,

de inocentes calimas que con sigilo

recorrían el patio en la noche lela,

entre menos infinito y más infinito,

con islotes de génesis espirales

que recogían galaxias solariegas

sumergidas en silencios a capella

fecundando la gran calma del castillo.


José Guillermo Molina

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

Mayo 25 de 2020


lunes, 18 de mayo de 2020

Corazón en grietas vivas



“Esa es la desgracia del corazón: a veces tiene lo que no quiere y a veces quiere lo que no puede”
La esclava blanca

Ese corazón mío, 
loco, en grietas y disparejo, 
pero lleno de ánimos 
y absurdos antojos,
de vigores inesperados,
y recónditos tiempos perdidos
minado de ocurrencias infantiles 
como corriendo por un campo volcánico
un campo de mágicas piñatas
de rocas aún llameantes,
o de hirientes estalactitas, 
lleno de terráqueas sorpresas,
de raíces y caóticos brotes feraces,
enlazados en guerrillas laterales

cual mutante huérfano planeta
de estruendos y sacros silencios
hondos de pura no-existencia
e inaudible música de esferas
sin programas ni partituras
en locas salas de cielos de fieras.

Ella, mi correlato, habitante  ya de expresiva nada
me esperaba con el manual a punto
para recorrer las olas del Leteo
no  quería que me condujera Caronte:
si iban a llevarme debían hacerlo caras radiantes
de flores siempre frescas uncidas a mi instinto. 

Sólo tenía que abandonar mis dilectas grutas
de leche miel en verso limpio
que me transportaban aún vivo
a mis bosques natos de cielo activo
donde dormían sirenas de sueños
y el corazón entraba en vibra segura

o en un extraño concierto lleno de desacuerdos
salpicados de celestiales acordes, 
de angelicales sorpresas imposibles 
que en nada se compadecen con los frecuentes acordes, 
ni con las repeticiones sempiternas. 
Es el arte del desatino, del latido inesperado, 
del paso falso o muy corto o muy largo 
que nunca se acompasará con lo agradable, 

esos latidos bruscos y desmesurados
que sólo coexisten con llantos repentinos 
y tacos de ahogo en la garganta
que logran salir en cantos de alabanza,
borbotón de letanías de la santa
perforando las telúricas entrañas
con mapas de pullas en andanza
de insensatos paseos esquizos . 

Mientras el tiempo dura, 
sólo ocurre lo inarmónico, 
solo vive lo sorpresivo  
sólo se determina lo incalculable, 
aunque repita dos o tres pasos, 
al siguiente ocurre  lo imposible.

Música de Mozart.  Discusión en el Olympo. 
Duelo de dioses
corazón en grietas
sueño sin abrazos.
Ese corazón que siempre salta 
en susto y sin compás, 
impredecible en sus arpegios. 
El corazón que busca 
mi amada virgen irreconciliable, 
nunca cómplice ni amiga, 

aliada siempre para la pérdida 
y el placer sin códigos ni límites, 
la pequeña muerte a cada paso, 
en cada profunda e ineluctable caída
en el albur de cada jugada en infinitivo . 
La amada virgen de la aventura 
sin contraseña pero siempre real y aleatoria, 
absolutamente próxima cuchilla, 
como auténtica suerte de condenado
que siempre ocurre en presente subjuntivo.

José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Mayo 18 de 2020

lunes, 11 de mayo de 2020

Fluir





fluir
cuerpos de agua


A la cálida sombra de los robles rojos en Barranquilla




Aquí donde tanta dulzura inspiraba tu lecho
  donde la placidez de tu cuenca
licüaba mi ansïa
y derretía mis hórridos días de rezos
(al calor actual de su íntimo licor,
gozosa espuma devenía
coronando de volátiles besos
tu cuerpo, tu frugal sabor
  y tus ígneas bocas sedientas).

Ola sobre roca:
Mi ardor en tu dureza.
Lo suave de tu mármol,
mi íntima aspereza.

Aquí donde se acuna
en óntico caracol
este himno de sordo silencio,
convite al abrazo, al desvelo
con nocturna fragancia
de incógnita diosa extranjera;
aquí donde acumula
la noche süave terciopelo
vengo yo a navegar ardiente
y a buscar de tu amor la lozanía,
ese tacto de embaidor amorío
-tu piel, tu aliento moribundo:

¡lo único, quizás lo único mío!
¡Navegar por tus flancos el cosmos!

Letal mormorio de originaria fuente
grabado en rauco fragor de mundo,
coreado clamor, amor vacío
de salvajes motores de espasmos
- rugido de cornubianas en tonal hiperfuria.
Oraba en do mayor el roqueño vocerío


animando cadenciosa lujuria
en las ninfas moduladas de los manantiales,
ceñidas por sinuosos dedos de meteoria:
ese flujo anónimo en sidérea metabolia,
probado en los saltos y aventuras,
donde recobran los hilos su secuencia
y refrescan los polos su eficiencia
de totales ceros nucleando historia.

Borbotón de vida demoliendo vidas
e incorporando del cosmos el zumo
el néctar puro límite entre ser y pensar
entre lo actual y lo ante-futuro:
místico delirio de quebradas,
tierno germinal del infinito.

Yo busqué con los soles del goce
la fresca miel que henchía tus matorrales
y al libar en tus labios de selva
su gloriosa armonía de eléctrico roce,
en voraz danza de sitibundia,
recobraba del sueño juvenil taumaturgia
y me atrapaban bosques de felpa,
en ambrosías me devoraba tu anhelo
- te envolvía el sopor adivino de los sabios
acunando exacta los vórtices de mi vuelo -,

e ingresaba en la fragua
en el magma de signos convulsos,
en tu vientre de tormentas,
pozo de limbos
do se gestan las galaxias
y se insinúan señales
cual rostros vivos del fondo:
alud de guijarros en geografía de absurdos.

En deliciosa fluidez,
me abrazaba a las playas de nada,
las playas sólo playa,
candente línea,
umbral de incertidumbres,
plenitud apolínea,
sin extensiones ni consuelos de canalla
puro desierto y calidez.
       Canto puro de albas muchedumbres
Me abrazaba a las playas y a las cumbres,
libre del pathos de la avidez:
deseando sólo nada
siendo dicha y volátil brizna.

Sonámbulo, en viaje último hacia el agua
de polimorfos himnos en mezcla,
hacia el agua fresca de tus muslos;
  borracho con el exótico néctar de tus estambres
borracho y sonámbulo,
de tus acuíferas cuevas prisionero,
esperando en medio de tus sombras,
dehiscentes ópalos pletóricos de sueños,
alumbrando con fuerzas de deseo
primicias de la semilla vacua:

Que fulgiera de pronto
en rictus de miel y flor
la mágica impronta de tu pulcro sexo,
la muelle erección de tus olimpos leche-rosa,
el secreto flogisto, polen de fuego
en que fosforecía tu gracia,
tu orgánico ardor,
por cima de genios y colectivo coro,
consagrada en pagana liturgia
su sensüal flotación de femíneos aromas,
el vacío milagroso de su espíritu,
de la undívaga llama meteoro.

Que entonaran su fuerza
tus frugales senos
al compás del untuoso murmurio
el grácil saxo
que tejía tan dulce tu pïel de caricia:
flauta metafísica abriendo la mañana plena,
desflorando los pétalos silentes
con la pluma lechosa de menguante luna.

En contraste, mis cavitantes trenos
urdían en la noche de cántigas ingenuas
(inútiles quejas inconsútiles
 apuntaban la noche morena),
mi nueva página de riesgo y leticia,
último mundo que fabuló mi febricia.



Que henchidos de dulce maná
y erectos de estremecida tersura
se entonen tus pechos en volcán,
desbocados cuerpos de agua y ricura
colmando mis codicias,
mi sequía y mis luengas hambrunas,
de rocío y celestes albricias.

Ululaban las sirenas su aire de romanza,
bramaban las atmósferas
borrascas de electrones arlequines:
El canto de llameantes voces azules
imprimía en fugas y transientes
sus ráfagas de aire raro
entre seres de dudosa esencia,
actores sin rostro de quemante trilla
operando muy por encima
de sus propios nombres accidentes,
 musicales aleluyas,
grabados en rosada arcilla:

ceniza virgen de los amantes,
página tierna de sexo abstracto,

desmemoriada harina de ataraxia,
flotando en amnesia de jazmines.

Grillos de luna y nieblas y abedules
empataban en silencio nuestras pieles.

José Guillermo Molina Vélez
BARRANQUILLA, Noviembre 1992
MEDELLÍN, EL CORAZÓN, 1995
LA DORADA (CALDAS),  Marzo-Abril 1996
Mayo 12 de 1996
MEDELLÍN, EL CORAZÓN, Enero 1997
                      Mayo 11 de 2020

martes, 5 de mayo de 2020

Bigbang místico




Juan de la Cruz habla del viaje más definitivo y alucinante!!!

"cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado."


Fragmento de "La noche oscura del alma"


La dicha absoluta y la beatitud suprema del alma. 
Era nuestro segmento de finitud orgánica 
lo más pequeño, la punta de sutil aguja
la que nos daba a probar los cielos de la eternidad y el infinito,
los campos numéricos de dinámica transfinita inagotable. 

Los átomos por esencia eran eternos, 

pero los cuerpos y los organismos, 
por constitución eramos finitos 
con apremiante vocación de transfinito, 
marcados por pensamiento y conciencia de infinito, 
acrisolados en el fuego sacro del averno. 
Nunca dejaríamos de añorarlo,
ni conoceríamos la inercia de la "materia bruta"
si es que tal cosa pudiera ser nuestro correlato.

Esa humareda en la que se modulaba nuestro abrazo

venía del reciente estallido
de nuestro diminuto oscuro agujero 
por donde mirábamos al amado dormido

Cada instante nuestro

cada abrazo estrecho
o abandonado 
era un "bigbang" de eternidad y movimiento perpetuo.

cesó todo y dejéme...

gran ejercicio de dichoso abandono
cuando sabemos que las riendas las tomará 
el supremo elemento

A veces costaba creer 

que este mundo nuestro  
a veces tan rutinario y falto de sentido
pudiera llegar a tener una Tal Noche Oscura del Alma,
que pudiéramos llegar a sentir algo tan insólito,
ser el escenario de un amor tan prohibido
que nuestra vida pudiera adornarse
con tan sorprendentes intensidades ,
que nuestra boca de flores verbales
pudiera sentir besos de tanta delicia

dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

mi cuidado había quedado abandonado
entre  carnívoras flores voluptuosas
ellas excitaban nuestra entrega mutua
hacían dormir su cabeza en mi pecho
y me dejaban inerme a sus pies
y entonces un canon de dejadeces
acariciaba los pastos y las azucenas
con los giros enamorados de nuestras pieles 

José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Mayo 5 de 2020

sábado, 2 de mayo de 2020

Un ángel de flores


Rose - Rózsa - Megaport Media


Un ángel

Eso es un ángel: 
polvo abstracto y sutil
que se convierte en diamante 
por la presión del peso de este mundo... 
cuando este se volvía pesado y oscuro.

Porque, en general, era volátil, 
rápido y entusiasta. Hacia el Este
Andaba siempre con su Diosa bien adentro.
Su energía nunca cesaba
su ánimo siempre crecía con clamor vibrátil.

Y le animaban no los macrocuerpos

ni los emporios, ni los grandes sistemas;
le animaba el corazón diminuto 
y siempre vibrante orante sapiente
de ese núcleo que era el sexo de la virgen

Era una vez una hermosa enanita 
que cabía en las copas de las flores 
y vestía siempre con pétalos nuevos 
que germinaban siempre en carne viva
ocultando los pétalos anteriores. 

Si se vestía con pétalos de rosa, 
éstos mantenían sus frescos guarismos
y no alcanzaban a notarse relevos
entre los antiguos y nuevos ropajes 
que le enviaban las hadas de hondos abismos.

O podía vestirse con nardos y azucenas

con humildes lirios y dientes de león
y de pronto se tomaba anturios y orquídeas. 
O tan sólo su corazón diminuto 
era la flor diamante que movía la tierra.

La consentían porque ella relucía 
con sus colores lozanos 
una vez llegaba el sol de cada día. 
Nadie llegaba a verle pétalos mustios. 
Todo lo que ella lucía era tierno y radiante. 

La tierra entera se complacía 
con su modesta resplandecencia 
y ella nunca se cansaba de mostrar los lujos 
de su diosa esfinge, simple y airosa
su diosa madre que siempre florecía

flotaba ella en néctar, luz y ámbar 
toda por encima de nubes musicales
arbitraria e ingrávida en toda su beatitud
se complacía en sus colores menstruales
sus pétalos vivos en brisa de almíbar

su flor su sexo sus pétalos en fucsia

era el centro sacro de este universo
y el tierno agujero de su afasia
detenía el tiempo con su lento verso  
lluvia calma expandía gotas de espacio

la ataraxia embrujante de su amor solitario
recogía de los cuatro puntos cardinales
la tela de los cuerpos vivientes 
la curvaba en las frecuencias coherentes
de una oración en letras universales

su aroma y color entonaba el gran himno
que presidía los nacimientos 
y guiaba con ternura a los muertos
por las rutas abiertas de los desiertos
en pos de amoroso abrazo cristalino.

José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Mayo 2 de 2020