sábado, 2 de mayo de 2020

Un ángel de flores


Rose - Rózsa - Megaport Media


Un ángel

Eso es un ángel: 
polvo abstracto y sutil
que se convierte en diamante 
por la presión del peso de este mundo... 
cuando este se volvía pesado y oscuro.

Porque, en general, era volátil, 
rápido y entusiasta. Hacia el Este
Andaba siempre con su Diosa bien adentro.
Su energía nunca cesaba
su ánimo siempre crecía con clamor vibrátil.

Y le animaban no los macrocuerpos

ni los emporios, ni los grandes sistemas;
le animaba el corazón diminuto 
y siempre vibrante orante sapiente
de ese núcleo que era el sexo de la virgen

Era una vez una hermosa enanita 
que cabía en las copas de las flores 
y vestía siempre con pétalos nuevos 
que germinaban siempre en carne viva
ocultando los pétalos anteriores. 

Si se vestía con pétalos de rosa, 
éstos mantenían sus frescos guarismos
y no alcanzaban a notarse relevos
entre los antiguos y nuevos ropajes 
que le enviaban las hadas de hondos abismos.

O podía vestirse con nardos y azucenas

con humildes lirios y dientes de león
y de pronto se tomaba anturios y orquídeas. 
O tan sólo su corazón diminuto 
era la flor diamante que movía la tierra.

La consentían porque ella relucía 
con sus colores lozanos 
una vez llegaba el sol de cada día. 
Nadie llegaba a verle pétalos mustios. 
Todo lo que ella lucía era tierno y radiante. 

La tierra entera se complacía 
con su modesta resplandecencia 
y ella nunca se cansaba de mostrar los lujos 
de su diosa esfinge, simple y airosa
su diosa madre que siempre florecía

flotaba ella en néctar, luz y ámbar 
toda por encima de nubes musicales
arbitraria e ingrávida en toda su beatitud
se complacía en sus colores menstruales
sus pétalos vivos en brisa de almíbar

su flor su sexo sus pétalos en fucsia

era el centro sacro de este universo
y el tierno agujero de su afasia
detenía el tiempo con su lento verso  
lluvia calma expandía gotas de espacio

la ataraxia embrujante de su amor solitario
recogía de los cuatro puntos cardinales
la tela de los cuerpos vivientes 
la curvaba en las frecuencias coherentes
de una oración en letras universales

su aroma y color entonaba el gran himno
que presidía los nacimientos 
y guiaba con ternura a los muertos
por las rutas abiertas de los desiertos
en pos de amoroso abrazo cristalino.

José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Mayo 2 de 2020

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