la chispa fresca del dulce acaso
constelaba en su cielo de mármol solitario
sonreía en múltiples colores
de los cantores pájaros
y las adorables flores
los cielos de adolescentes rubores
de albas nereidas y faunos ocasos
el azar en fuegos advenedizos
construía los caminos
dejando en todos lados
lotes de carnales hechizos
mapeando suaves desiertos
en róseos muslos juveniles
y profundos ojos de lejanos paraísos
allende prados, eriales y jardines
el alma perdía sus estribos
y, amante de los abismos,
se daba a danzas de confines
que hacían desmembrar sus hojas aladas
cuando entraban en acción sus nidos de hijas
que cubrían desde entonces cielos afines
batidos por sus alas potentes
este aire de perfumes indefinibles
invocaba límites reales
umbrales de falla y desdicha,
ciega falsía entre dicha y dicha
cuando cizallan alientos de genio
en la íntima estructura de las mentes
los caminos son calles del jardín
plácidas, untuosas, divergentes
flotando entre silencios alucinantes
olores de rosas, fresas y duraznos
danzaban en el aire más enibrante
paseando por campos de manzanos
con nardos a sus pies y lejos de todo confín
ese jardín de abstracta dicha
es puerta y camino de brumas y pérdida
hacia inmensos desiertos anónimos
donde la idea arbitraria anida
y se renace en miles de guarismos
de cenizas que guardan locos ánimos
de seres trance de cuya nada son la ficha
una vez en un camino de los antiguos reales,
cesaban los deseos de paraíso
se rehuían estaciones y jardines letales
y sólo se quería un aire de andante
de primitivas fugas en indiviso
por esas calles en onda maleante
que aparecen en sueños con arrabales
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los Milagros, Finca Franja Lunática
Octubre 15 de 2021
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