jueves, 24 de mayo de 2012

Fantasma y Carbón


Hoy amaneció el mapa de esta Antioquia
envuelto en atmósfera de carbón,
y moho de hierro dulce,
misterio molido
y sangre de rescoldo
modulada en terrible exequia
de bien amada niña Merce
chorreaban en sueño y olvido
el vértigo de sus montes verdes
hundidos en remotos medioevos.

En serenata vacua
se empeñaban dormidas gotas
y voces sin cariño a bordo
y arpegios tristes exánimes,
adustos coros de monjes
estremecidos adagios,
metaplanetarios responsos
sublunares gritos de azogue
alternaban en mudo apocalipsis
con metálicos himnos futuristas.

Madrugada en nieblas de ciego:
Coros de monjes en pasado‑futuros
molían el tiempo en su ruego
con ruedas oscuras en ceros;
me despertaba su cántiga helada
de brutales letanías en susurros
jugando mi alma en naipes de espada
mis hordas de átomos en cruel concierto

Tu musitar de tierno rezo de  hada
contrastaba con profunda noche
y sobre azul línea de alba
corrían adivinos tus labios
en devoto goteo d’amore
esbozando montes literarios
delicados bordados del cuore
que invitaban a viajes sin coche  

Tu voz clara entre fato y derroche
me arrancaba de absolutos fantasmas
monjes, sirenas y momias
que removían oscuras catacumbas
sacaban del sinnombre nuestras cifras,
nos aspiraban en brunos tifones
y desaparecíamos en amnesias
de nuevos mundos reverdecidos

vería contigo el impensable amanecer
y con tus besos‑miel rendiríamos
las flores de nuestra tosca cordillera
y la fimbria entera nos haría bendecidos

Voy tras de ti
por vegetales gibas
bordadas de oxígeno y vidas:
espérame corazón de dulzura infinita
ningún monje ni fantasma de Varesse
retrasará mi paso tras de tus luces benditas.
No te apures
Tú sabes que detienen mi senda
deudas del alma mutua
esas chispas amantes que forjamos a duo.

José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón "Nuestra Guarida"
Mayo 18-24 de 2012

lunes, 21 de mayo de 2012

Dedos de lluvia


Los dedos de la lluvia
Sembraban profundo las sedientas raíces
Tocaban al piano de piedras contentas,
Piel de antiguos países.
Acariciaban con severas gubias
las peludas praderas atentas.

Con la fuerza de un Beethoven, un Brahms
Y la dulzura contenida de un Chopin,
Tocaban al tambor en la noche profunda
Traían al Tiempo
Despertaban al febril pensar
Las mejillas encendidas de las rosas
Y orientaban al Cielo
En radiales que el diamante alumbra
Las flechas frescas del perfume verde
Que alentaba entre las fibras de las hierbas.

Los dedos de la lluvia
Forzudos y crispados
     Inconsútil  pianista al improviso
Torcían al infinito
El cuello del huracán

Se deshacían en gotas
de secos cristales
y sonaban
          cantarinas
          rotundas
          enfáticas
tintineando una gratia ligera
          a lomo de cellos
          y graves relieves,
bohemia en escala de grises
celebraban felices
los infantes cristales erectos…

En sutil sonatina
estallaban las gotas
sobre las lajas musgosas del antiguo castillo
y tocaban tambores de noche rigurosa
          de esa noche tan mía,
          hecha flor oscura
          de seda vacía,
puro abrazo de extraser,
que en su propio cáliz alucina
con los sueños ásperos de la tierra dura.

En viaje abstracto de extranúcleo,
vagos cielos empíreos
de cualquier fiera duramáter
o de extraviados arenales
cuerpo neto del gozo epicúreo,
destinaban sus sones de hielo.

Entre música de cristales
         mútilas notas
                leyendas rotas
arroyos de vórtices  y creontes
procesiones de rodados cantos
cruzábamos en sueños los mojones,
azúleos límites de Aquerontes,
para habitar parajes anónimos, 
de cerebrales montes
en los sepias y grises
poseídos por las furias y prisas
de divinos instantes atónitos.

Con la dama de los crudos pensamientos
              Hecha aire y viento y brisas.

Los dedos de la lluvia
llevaban a lo hondo
los rizomas atentos
a hundirse en los vientres
dadivosos de la virgen furia,
la dulce tierra obscura.
Y el amor de finos dientes 
entre la tierna negrura
imprimía el poco de ser,
el puro contento,
colores y tonadas de aventura
en prisión de sangre y piel y tiempo.

Desde nubes de eventos,
como míticas aves
de precelestiales limbos,
distribuidas en discontinuas
         extraviadas naves
         y fantasmáticas siluetas
de antiguas armaduras,
se erguían colosales dedos de lluvia,
dejando perfectos restos
en marejadas  de arquetipos.

Siempre se leía algún poema
de ozono, granizo y viento
entre los restos dispersos
que componían lo santo,
en volátiles arpegios
resonancia de antiguos pozos
o en caracteres arcanos 
del libro del gran naufragio.

José Guillermo Molina
En compañía de su Musa
Año 2009 y mayo 21 de 2012

lunes, 14 de mayo de 2012

Agua y Carmín



El júbilo de un primer viaje
Se leía en sus mejillas de tierno carmín
Y un grave destello
arpegio de mundos en su fin
saja su carne con fallas de gloria
contra un cielo de rajas y concreto
y un suelo entre nubes de encaje
con viejas almas sin memoria:
sólo sueños contra un fondo de carbón
cabalgando etérea meteoria.

Ocurría un nuevo nacimiento:
desde un pozo en azul cosmos hondo,
alumbraba a la luz de la razón
por sobre el altar del gran pasado
porcelana íntima en floración,
bajo un Hades de púrpura nefando
y ramajes de nervios en calma
dibujados en celeste algodón.

(ramajes que no descendían
de lo alto como los rayos
sino que me arrastran
y succionan con ellos
en problémicos gramas
y hoscos crecimientos)

Surtía luego en aladas fugas,
por gravas acorazadas
y entre volcánicas pujas
de su alma en marea alta,
la celeste pluma
adiestrada en carnal poema
que ponía en vida
regiones de olvido
y zonas de transmateria
en celeste calma.

Agua de tiempo,
fina y abstracta,
en prisa silenciosa
y camuflada licuescencia,
misteriosa ciencia,
vida de cuerpo,
hilo de Ariadna
manaba en ondas
perfectas,
psalterios delicia,
el anillo en fino nervio
que perdida generación encarna.

Y trazaba en mapa ignoto el ardid
entero de su dulce tesoro,
la frugal cepa de absconta viña
siguiendo mixta línea sutil
el moebius de su cuerpo en coro
joven voluptuoso rosa
y quemante en mármol niña
cazadora noche Diana diosa.

Agua viva gozo
todo fluía en futuro,
en filigranas de bordes
e improvisados esbozos
mientras se esfumaban en oro
nuestros délficos renombres
y en nuevos planes de otro
se diluían nuestras pieles.

Agua y carmín
se trenzaban en risas y agonía
fiestas de mago arlequín
por el río sin memoria
que escribían a tientas
con empuje incontenible
sus sangres y sus carnes
en el curso de una sola contienda.

Era el mismo vapor
del genio creador
Que cantaba Invisible
melodía inasible
Por loco sendero sin ecuación
Proclamando divino pregón…

 … Que humeaba su sino
en funcionales singulares
y meteorias inestables,
cuajando ficciones de tiempos
óperas, novelas y cuentos
de personajes en hilachas,
viviendo en núcleos de caudales
la volátil existencia de su himno.

Guiaba con su luz en queja
barruntos de bohemios juglares
que en hojas de perdidos alientos,
pincelaban azar de camino,
con toscas fábulas sin cosecha
y marcaban la noche con romanza añeja.

Pues todo se enfilaba
en el círculo potente de su abrazo
y se cocía al chasquido frugal de sus besos;
la tersura de sus mejillas de carmín,
hirviendo en fiebre de ocasos;
la gracia sin igual de sus brazos,
porcelana envolviéndonos en éxtasis,
difuminaba en vaguedades
los bordes hoscos en pesos
del mundo en presente eterno.

La dinámica de ese círculo mágico
de almas gemelas,
pareja de sabuesos,
era el absoluto empírico
y se bastaba a sí mismo
en medio del desierto.

Proliferaba en cientos de series,
flores inconsútiles de la nada
para el disfrute de gacelas insomnes
que surcaban boreales landas
del gran círculo del soñar.
Rosadas diosas del amor
Ponían en vibratto almas oscuras
que forraban el poema
en suspiros y delirios
su alada pasión en piel de dudas
E hiriente resplandor del gran Empíreo.

José Guillermo Molina
El Corazón, Julio-Agosto 2008 con harinas de los 80’s
Mayo 10-14 de 2012