El júbilo de un
primer viaje
Se leía en sus
mejillas de tierno carmín
Y un grave
destello
arpegio de
mundos en su fin
saja su carne
con fallas de gloria
contra un cielo
de rajas y concreto
y un suelo entre
nubes de encaje
con viejas almas
sin memoria:
sólo sueños
contra un fondo de carbón
cabalgando etérea
meteoria.
Ocurría un nuevo
nacimiento:
desde un pozo en azul cosmos hondo,
alumbraba a la luz de la razón
por sobre el altar del gran
pasado
porcelana íntima en floración,
bajo un Hades de púrpura
nefando
y ramajes de nervios en calma
dibujados en celeste algodón.
(ramajes que no descendían
de lo alto como los rayos
sino que me arrastran
y succionan con ellos
en problémicos gramas
y hoscos crecimientos)
Surtía luego en
aladas fugas,
por gravas acorazadas
y entre
volcánicas pujas
de su alma en
marea alta,
la celeste pluma
adiestrada en
carnal poema
que ponía en
vida
regiones de
olvido
y zonas de
transmateria
en celeste calma.
en celeste calma.
Agua de tiempo,
fina y
abstracta,
en prisa
silenciosa
y camuflada licuescencia,
misteriosa ciencia,
vida de cuerpo,
hilo de Ariadna
manaba en ondas
perfectas,
psalterios delicia,
el anillo en
fino nervio
que perdida
generación encarna.
Y trazaba en
mapa ignoto el ardid
entero de su
dulce tesoro,
la frugal cepa
de absconta viña
siguiendo mixta
línea sutil
el moebius de su
cuerpo en coro
joven voluptuoso
rosa
y quemante en
mármol niña
cazadora noche Diana
diosa.
Agua viva gozo
todo fluía en futuro,
en filigranas de bordes
e improvisados esbozos
e improvisados esbozos
mientras se esfumaban en oro
nuestros délficos renombres
y en nuevos planes de otro
se diluían nuestras pieles.
Agua y carmín
se trenzaban en
risas y agonía
fiestas de mago arlequín
por el río sin memoria
que escribían a tientas
con empuje incontenible
sus sangres y
sus carnes
en el curso de
una sola contienda.
Era el mismo
vapor
del genio creador
Que cantaba Invisible
melodía inasible
Por loco sendero
sin ecuación
Proclamando divino
pregón…
… Que humeaba su sino
en funcionales singulares
y meteorias inestables,
cuajando
ficciones de tiempos
óperas, novelas
y cuentos
de personajes en
hilachas,
viviendo en
núcleos de caudales
la volátil
existencia de su himno.
Guiaba con su luz en queja
barruntos de bohemios juglares
que en hojas de perdidos
alientos,
pincelaban azar
de camino,
con toscas
fábulas sin cosecha
y marcaban la noche con
romanza añeja.
Pues todo se enfilaba
en el círculo potente de su abrazo
y se cocía al chasquido frugal de sus besos;
la tersura de sus mejillas de carmín,
hirviendo en fiebre de ocasos;
la gracia sin igual de sus brazos,
porcelana envolviéndonos en éxtasis,
difuminaba en vaguedades
los bordes hoscos en pesos
del mundo en presente eterno.
La dinámica de
ese círculo mágico
de almas
gemelas,
pareja de
sabuesos,
era el absoluto
empírico
y se bastaba a
sí mismo
en medio del
desierto.
Proliferaba en
cientos de series,
flores
inconsútiles de la nada
para el disfrute
de gacelas insomnes
que surcaban boreales
landas
del gran círculo
del soñar.
Rosadas diosas
del amor
Ponían en vibratto almas oscuras
que forraban el
poema
en suspiros y
delirios
su alada pasión
en piel de dudas
E hiriente resplandor
del gran Empíreo.
José Guillermo Molina
El Corazón, Julio-Agosto 2008 con harinas de los 80’s
Mayo 10-14 de 2012
No hay comentarios:
Publicar un comentario