lunes, 14 de mayo de 2012

Agua y Carmín



El júbilo de un primer viaje
Se leía en sus mejillas de tierno carmín
Y un grave destello
arpegio de mundos en su fin
saja su carne con fallas de gloria
contra un cielo de rajas y concreto
y un suelo entre nubes de encaje
con viejas almas sin memoria:
sólo sueños contra un fondo de carbón
cabalgando etérea meteoria.

Ocurría un nuevo nacimiento:
desde un pozo en azul cosmos hondo,
alumbraba a la luz de la razón
por sobre el altar del gran pasado
porcelana íntima en floración,
bajo un Hades de púrpura nefando
y ramajes de nervios en calma
dibujados en celeste algodón.

(ramajes que no descendían
de lo alto como los rayos
sino que me arrastran
y succionan con ellos
en problémicos gramas
y hoscos crecimientos)

Surtía luego en aladas fugas,
por gravas acorazadas
y entre volcánicas pujas
de su alma en marea alta,
la celeste pluma
adiestrada en carnal poema
que ponía en vida
regiones de olvido
y zonas de transmateria
en celeste calma.

Agua de tiempo,
fina y abstracta,
en prisa silenciosa
y camuflada licuescencia,
misteriosa ciencia,
vida de cuerpo,
hilo de Ariadna
manaba en ondas
perfectas,
psalterios delicia,
el anillo en fino nervio
que perdida generación encarna.

Y trazaba en mapa ignoto el ardid
entero de su dulce tesoro,
la frugal cepa de absconta viña
siguiendo mixta línea sutil
el moebius de su cuerpo en coro
joven voluptuoso rosa
y quemante en mármol niña
cazadora noche Diana diosa.

Agua viva gozo
todo fluía en futuro,
en filigranas de bordes
e improvisados esbozos
mientras se esfumaban en oro
nuestros délficos renombres
y en nuevos planes de otro
se diluían nuestras pieles.

Agua y carmín
se trenzaban en risas y agonía
fiestas de mago arlequín
por el río sin memoria
que escribían a tientas
con empuje incontenible
sus sangres y sus carnes
en el curso de una sola contienda.

Era el mismo vapor
del genio creador
Que cantaba Invisible
melodía inasible
Por loco sendero sin ecuación
Proclamando divino pregón…

 … Que humeaba su sino
en funcionales singulares
y meteorias inestables,
cuajando ficciones de tiempos
óperas, novelas y cuentos
de personajes en hilachas,
viviendo en núcleos de caudales
la volátil existencia de su himno.

Guiaba con su luz en queja
barruntos de bohemios juglares
que en hojas de perdidos alientos,
pincelaban azar de camino,
con toscas fábulas sin cosecha
y marcaban la noche con romanza añeja.

Pues todo se enfilaba
en el círculo potente de su abrazo
y se cocía al chasquido frugal de sus besos;
la tersura de sus mejillas de carmín,
hirviendo en fiebre de ocasos;
la gracia sin igual de sus brazos,
porcelana envolviéndonos en éxtasis,
difuminaba en vaguedades
los bordes hoscos en pesos
del mundo en presente eterno.

La dinámica de ese círculo mágico
de almas gemelas,
pareja de sabuesos,
era el absoluto empírico
y se bastaba a sí mismo
en medio del desierto.

Proliferaba en cientos de series,
flores inconsútiles de la nada
para el disfrute de gacelas insomnes
que surcaban boreales landas
del gran círculo del soñar.
Rosadas diosas del amor
Ponían en vibratto almas oscuras
que forraban el poema
en suspiros y delirios
su alada pasión en piel de dudas
E hiriente resplandor del gran Empíreo.

José Guillermo Molina
El Corazón, Julio-Agosto 2008 con harinas de los 80’s
Mayo 10-14 de 2012

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