No había salida del Jardín
se vivía con delicia
entre sus pétalos de sedas abstractas
y sus ninfas de muslos bien tornados
y pródigas fuentes en ubres erectas
se gozaba de caricia
entre sus frutas de dulce carmín
Te acunaban mujeres del Edén
y perecías de amor sin nupcias
ahogado en sus besos arrobados
tu dicha atraía cielos de miel
y entre el pasto un millar de ángeles
buscaba femíneas albricias
que entregaban flores en desorden
El jardín celebraba en mi menor
con Vivaldi y pájaros de serenata
que concertaban dichosos
bajo su loca batuta de leticia
su fuego alado de vino y quesos
que mantenía en íntima caminata
el estro solitario del amor
También llegaron la tormenta, el
nubarrón
Y envolvieron en lágrimas los
besos
Que arrastraban los arroyos en
cantata
A las cuevas obscuras de la
tierra,
Donde alentaba el potente vientre
de la madre
Y a los vados alegres de las mareas
Orquestados
in aeternum por las voces del tifónImperaba allí entre sus olas moderadas
la música profunda de las variadas esferas
que dictaban los órganos majestuosos
de un Bach procreando raíces de encina
y un Händel modulando nubes de cielos
Con llantos y risas tejían del tiempo las eras
envolviendo con pieles vírgenes de llamaradas
Ordenaban naturantes criaturas
bajo telas sedosas de armonía
y forjaban en forzudo silencio
cuerpo vasto y perenne de planeta
saturado de orantes semifusas
entrenadas en ritmos de volcanes
y dunas en desierto sin verduras
Era una danza de seca alegría
que dibujaban lejanos arpegios holgazanes
sobre las meteóricas páginas de océano
la dinámica de sus dichas infusas.
Danzaban en lujosa pedrería
los inmortales dioses bailarines
encargados de hacer la poesía
José Guillermo Molina
Febrero 8 y 28 de 2018
Rionegro - Noche musical
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