Íbamos en dueto por mágicas vías,
rutas de huerto sacro, bañado en luna
rosa de suaves diurnos colores,
por lechos de musgos grises y aceituna,
do invitan a pícaros amores
sonriendo ocultos al calor de los días.
Íbamos por rumorosa senda
entre los vivos pasteles de las tierras,
hechos al oscuro romance de los grillos
que acompañaban tonadas de cigarras,
cortadas por sorpresivos rayos
pintando la tarde de tormenta.
Corríamos entre cordones de lluvia
animados por canciones de molienda
saturadas de café y de ebria brisa
y ardía la sangre con fuego en leyenda:
solitarios rostros vistiendo de risa,
iluminados con el fervor de savia.
Música, paz y aromas brotaba ese camino,
entre venias flores de real cortejo,
antiguos sueños allí grabados,
besos y abrazos de bohemio festejo
entre ferias y paseos celebrados
con fuerza e inspiración de potente vino.
Eran las voces de guardianes ancestros
que surgían de la noche de los tiempos
ensayando en flor volátiles cántigas
que amansaban a las bestias de los campos
para el paso de jumentos con sus cargas
destinadas al placer de vivos rostros.
Al cabo, lucía el pueblo en el valle
y pulsábamos en teclas de adoquines
la marcha triunfal de arcanos montes
e iniciaba la fiesta final maitines
dando gracias con los bullosos torrentes
que nos precedían por celeste calle.
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Marzo 10-11 de 2021
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