Se hacen milagros alucinados
Con ripios ebrios que trae el
viento
Se escriben los versos
calcinados
Con restos reales del momento
Se escriben páginas de
aventuras
Con la hojarasca que danza en los
eolos
Presa del todo en la ficción de
figuras
Pedazos de mundos en guerras de polos
Se cuecen prodigios de móviles
restos
En fragua intensa de dioses idos
Se danza en pasado futuros de siempre
sidos
Y una brisa tenue trae fuegos
quietos
Anclados en la comezón del Alma
Anidaban viejos ídolos de polvo y
cera
Que caían sin más ante la gran
calma
Y el fuego floral de la dorada
primavera
La vida simple del pétalo y la hoja
Socavaba las figuras de falsía
Y en trinos de aves tornaba
algarabía;
En fresco canto, del templo, su
congoja
El bosque en lo alto con su agua
dulce
y el mar de sal abajo con metálicas
chispas
componían la leche que al milagro
impulsa
entre las sombras y sueños de
caricias
la vida sencilla hacía milagros de
ceniza
pescando en el taller de Vulcano
las pieles suaves y tiernas del
verano
que hacían de los cielos eterna risa
esas láminas niñas de antigua roca
vagando ahora de monte en monte
con ágiles Danzas de una nube loca
jugando a tenue rocío y a densa
tormenta