De pronto se iluminó la noche negra
sus praderas de sueños perdidos
se encendían en simultáneas estrellas
mezclando ámbar y limón en bandolera
volviendo queridos los años antiguos
la noche endulzaba desfile de olvidos
vibraba desolada negritud
pulsada por los móviles brillos
que lucían en oro y diamante
miles de luciérnagas conciencia
haciendo pura música de luz
undívaga, aérea, excitante
nocturnal era aquella actividad
febril y ubicua su sapiencia
al sobrevolar esa tela de ensueño
entre esa romería de luz
demencia
que llevaba el coro de la noche madre
a los corredores vacíos del universo
Qué era lo que lograba sobrevolar,
completando la inmanente red, el Aro?
Invisibles luciérnagas del gran
Vientre
emitían esa luz completa
que servía de radiante Faro
en la obscura tormenta del alma
tierra
Esa luz líquida reopepsia
pura emisión de vacío y levedad
cerraba el circuito de la noche
mágica
ese tapiz en levitante danza
tachonado de chispas dinámicas
emprendía el viaje por el océano de
la noche
En su vuelo, apenas hundía sus anclas
en el piélago de las estrellas.
Eran luces puro vuelo sin coche
ensayando danzas que sangran
su oración en altares de antiguos
dioses
por la pervivencia de unas vírgenes
abstractas
Diosas antiguas de la creación
la fuerza, la fineza y la fertilidad
sostenían ahora esa danza iluminada
e inauguraban su nueva gestión de paz
sobre la gran humareda de las almas
para centrarlas en las bujías del amor
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los Milagros, La Franja Lunática
Junio 11 de 2021
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