Sonaba el viento su
oda ancestral,
son vesperal que
modula valles y colinas:
el llamado íntimo de
la noche…
sus voces de oscura
gamuza
que invitaban al
sueño y la delicia
resonando en oro
entre los pliegues del ocaso
Sonaba el viento
entre las frondas del robledal
con voces tímidas o
fanfarronas
entre brillos de la
tarde y sones de fracaso
según los tintes de
las nubarronas
el íntimo rugir de
repentina tempestad
su gran vozarrón de
ahuecado silencio baso
Al son sin más del
oro terminal
se esbozaba el
tesoro en re menor
que escondía mi
celestial consuelo
cuando emprendiera
en la noche del amor
el ascenso
espiritual del escollero
hacia la cima del
fuego en hielo
Nos quemábamos en el
sublime frío de su portal
allí se mostraban
las joyas minimales
de la más intensa
presencia
herían con sus
tremulantes llamas
los cuerpos llenos
siderales
surcando su obscuro
de encendidas tramas
De pura ausencia
hervía el corazón del vendaval
Ese corazón era
máquina de vacío
Aspirado a
coordenadas inverosímiles
Donde se activan
circulaciones
Repentinas y
automáticas
De la sangre espesa
del sentido impío
allí se perdían
notas de temporal
entre vueltas de
meteórica espiral
buscaban el verso de
agua docta
que cifrara en
corazón el vapor del poema
y cuajara en letras
de leche astral
el motor niño de
fría lluvia abstracta
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los Milagros, finca Franja Lunática
Noviembre 29 de 2021