Este corazón recién herido
buscaba entre apacible música
una senda lejos del mundanal ruido
que lo embarcara en silencioso leteo
tras ardiente horizonte de total olvido
donde vagaran las notas en adioses de goteo
tras letras puras de una pasión bucólica.
Donde estallaran los acordes cifras
del brutal silencio que guardaban sabias rocas
en los confines del abismo tapizado de zofras
para el desfile nocturnal de abstractas diosas,
guardianas de los himnos de nocturnas horas
en que apagaban su danza las cosas,
allende los pávidos delirios de las bocas.
Quería caer de bruces en el ebrio hechizo
y empapar toda la mente en ese mar de estrellas
entre el fuego de oro en éxtasis al ocaso,
con el sol ardiendo en alegres parrillas
y el frio lunar de silente plata al este manso,
desatando en la franja la locura sin permiso
y hundir en brisa pura del mundo las querellas.
Navegando en las entrañas del olvido,
seducido por brillantes y zafiros,
quizás llegara al timbre sin rostro del latido
y me raptara la nave bruja del poema,
donde el sacro silencio tiene su nido
y fabrica sus cuadros el blanco del alma:
volvería al abrazo de sus tiernos suspiros.
Desde el brusco desierto en confín de piedras
saltaría al abismo de luz en oro anciano
para perder el viejo nombre en las calderas
de la máquina brutal que hacía el crucero
por los temerarios oleajes de nereidas
hechas al derivar de un azar primero
que brillaba entre luceros del amor lontano.
Paradoja era en tan galáctico abismo,
solo desear la dulzura de unos labios,
el abstracto extravío de un vitalismo,
la intimidad vegetal del otro sexo,
el calor astral de un paroxismo
el enorme cielo de un abrazo
los desconocidos sueños de los sabios.
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los Milagros, finca Franja Lunática
Enero 16 de 2022
No hay comentarios:
Publicar un comentario