sábado, 14 de abril de 2012

Amar o querer amar


La prisa no era amar sino querer amar.
Oh, el paso de los días, en sueños,
botando siempre al cesto
El quemado día de ayer.
Siempre con un día de retraso, o dos
o hasta semanas y años
quemados, en cenizas,
en el pozo del olvido: lo funesto;
en el fato de una línea de playa,
apilada inmóvil entre el pasado resto.

Y por delante una línea sin espesor
Un albur de niebla
Vacío de toda sensación
Leve perfil que podría no ser
Nuevo aliento que podría ser el último
Línea sin palabras,
problema sin solución
todo el cúmulo del futuro
en incógnita vacía
y oscuro umbral de big-bang.

La interrogación se llena,
la línea se espesa,
el tiempo se abre
cuando nace el querer amar
cual botón que tienta con sus pistilos
el futuro universo
de múltiples sentidos
e ilumina de esperanza los caminos,
contenidos en el único punto-ubre
del que surge en arpegios toda la leche serena.

Caminos sin fin ni destino
hechos de insignificantes versos
recorridos por la sangre alegre
de juveniles vidas sin dueño;
caminos vestidos de flores tersas
sonoros nombres en cifras
acuñadas por anónimos juglares
en las noches de lunas taciturnas
que velan los besos tiernos
de amantes perdidos de sus rutas.

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