Al ritmo del uniforme corazón
debatían las sílabas del silencio
su rumorosa canción marina,
hecha de aire seco y metafísicas consignas,
inaudibles e impronunciables canciones sin palabras,
pura música de sensaciones esenciales
nevando sobre la noche en canas de luna,
invocando en si mayor
el arribo de mi ninfa niña
distante ella en su oriental colina
como lo estaba mi amado corazón
al fondo insondable de mi cuerpo
mi cuerpo caracol que guardaba con amor
las sedosas melodías del mar carbón
se abrazaba inocente a las dulces almejas
que embrujaban su rectilínea razón
y la sumergían en delicias sin cuento
muy cerca de su otro corazón mi fresa
las galaxias de mis átomos anónimos
me repartían por su leche de diamantes
y su piel era mi jardín
pullado de dichas y sorpresas
de flores que me daban su nepente
en el silencio obcecado de la noche
el prado obscuro que ansiaba el oro solar
la canción bullosa de la luz amiga
que dormía al fondo del sueño obscuro
José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón
Junio 22 de 2018
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