Rebotaba en el piso
contra las piedras, el polvo y la ignorancia
desatando crudo remolino
que ascendía en busca de su mente fresca
de sus pezones salvajes meteoros
que orientaban en su búsqueda de leche
a los perdidos hijos de la noche
Perdidos pero siempre trás su diosa,
trás su musa enhiesta
de verticales labio negros
que guardaba sus rutas del desierto
y llenaba de sentido y de flores sus delirios
en su dulzura maduraban sus pecados
y se calaban en dicha sus lóbregos pesares
vueltos arrobada succión de sus pezones
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