domingo, 27 de octubre de 2019
Incierto abrazo
La más profunda melancolía
se acunaba en mi pecho en etérea melodía
Nunca sabría de su desazón,
el hosco mutismo que apilaba su corazón
Con todo nuestro cálido abrazo,
nunca sabríamos el siguiente paso
Era la hora solitaria del cansancio
y sólo se hacían presentes las hojas del silencio
Se apilaban en aislados rincones
a ensayar sus olvidadas canciones
Barridas por airados huracanes,
su abrazo sólo era de ademanes:
Nunca tendría fuerza apasionada
y a morir les ayudaría un hada
un hada amante del fin de conciertos
experta en cerrar los ojos de muertos
sólo Ella en su amoroso sosiego
ayudaría a trascender el ego
a morir o a vivir entre la gloria
enseñaba su abrazo sin historia.
Esos aires de dientes roedores
quitaban a las cosas sus colores
Pelaban a los cuerpos de sus pieles,
dotándolos de mágicos perfiles
expertos en las técnicas del verso
que los lanza por vías de universo
calles de la procesión infinita
por do vuelven a la cuna bendita
con broche de oro cierran el círculo
que les prescribe el terrible oráculo
José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Septiembre 26-27 de 2019
miércoles, 23 de octubre de 2019
Un día no volví a verlo y reinó ella
Me había llegado el fin del éxtasis
se había ocultado la luz dorada
que sostenía mi alma en la apoteosis;
ya mi alegría saldría de la nada
Antes me conmovía su paso invisible
sobre todo a cierta hora trémula
sentía su aleteo imperceptible
cuando se parten los días y las noches
a esa hora de plena duda
pasaba su hálito de gracia
moviendo suavemente las flores coches
en las que salía a hacer misericordia
Dejaba mi alma en puro suspenso
al borde mismo de inminente llanto
preguntando a la bruja medianoche
si podía curarse mi despecho
y llevarme de nuevo a la concordia
a la paz de mis órganos en su canto
una vez se aquietaran en ataraxia
las mínimas flores de su paso ausente
me cayera desde la diosa reina
empíreo maná en profundo sueño
en que pulsaba acorde la galaxia
lejos muy lejos de cualquier rebaño
las flores ya en calma fundan presente,
cantan sus pétalos dicha de magia
elevan las almas sobre corriente
con sinfonía que su mano peina
De sus pechos ya libo pura gracia
en su vientre me acuno para siempre
solo escucho el silencio de las aguas
que componen las sílfides del aire
José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Octubre 23 de 2019
Gracias a TeresalaLoba
por el campo de margaritas amarillas
sábado, 19 de octubre de 2019
La vida se agota en cada gota: FURTIVA SEÑORA
La Eternidad de la vida
se expresa en la perfección de la gota en caída
Una gota es una esfera que crece al caer
en un medio de átomos al arder
Las ardientes suspensas gotas menores
aplauden, se pegan a su hermana de colores
Miran a su reina desfilar entre la niebla
mientras se cuaja vida en el seno de tiniebla
Ella vive en solo crías al fondo del panal
sólo así, desde el desierto, le llega su jornal
Es un dulce maná lo que brotan las arenas
jurando de la vida ser eterno mecenas
La piel de su esfera llenaría de caricias
esperando de su corazón felices nupcias
un dolor muy hondo aseguraba su existencia
dolor mudo del que nadie tendría conciencia
que ahondaba en el alma cual punzante melodía
cultivando en soledad infantil osadía
concierto de mutante floración incolora
acompasaba altivo paso de la señora
En su corazón nucleaba brutal impureza
la clave de su diamante era sutil bajeza
José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Octubre 19 de 2019
Post scriptum: Una gota de lluvia se forma cuando una impureza
comienza a caer en un medio de atomización uniforme
y su tasa de crecimiento es proporcional a la superficie de su creciente: esfera
que se alimenta de las gotas infinitesimales que encuentra a su raudo paso de princesa.
miércoles, 16 de octubre de 2019
luz robada
miércoles, 9 de octubre de 2019
Dados de amor y caos
Cuatro estrellas,
arropadas con la niebla gelatina,
enmarcadas por huesos del peral,
se llegaron a mi carne
para un brindis por su encuentro,
en cita de loca amistad todas ellas
- arcano dado festejando su cifra,
en el Vacío Azul de nauta mineral.
Jugaban sus suertes en mi mesa viva,
alterando el fuego que en mi arde.
Lúdicas, ambiguas, omnipotente derroche
e inaccesiblemente cerca del alma en vilo,
me ofrendaban envolviéndome
sus néctares y sus venenos
sus luces de diamante y zafiro
rubíes de sangre y arreboles de amatistas
al filo místico de la medianoche,
mientras llenaban mis cráteras de vino
me ocupaban sus emanaciones de éxtasis frío
y me inundaban sus tóxicas conquistas
Envolvían mi fijeza de mármol lunar
entre las sedas agitadas de sus atmósferas asmáticas
hechas a la brutal gimnasia de sus pasiones colosales.
Convulsionaba mis nébulas muertas
el pulsar desconcertado de su encuentro fortuito
y tanto más enamorado, encendido en incógnita pasión.
Me sacudía la tempestad de su goce cosmonáutico,
las vibraciones de sus órbitas inestables
que tallaban siempre el porvenir en mineral vacío
trazando vías de universo y jardines de floridos deseos.
Sobre mi cuerpo mesa de diminuta potencia
sobre el vaho mate que en la noche helada
exhalaba mi superficie resbaladiza,
de flor insigne y exótica,
jugaban insomnes la ruta a seguir
jugaban los gigantes su emitir disonante,
su rutilar anárquico
su inexorable desparecer de través
armonizando en secreto sus rutas de estampida,
desnivelando todos los estados del Viaje.
¿Y ese aire viciado,
de volcán al acecho,
que a veces todo lo penetraba?
¿Y esos gases azufrales
de entonados cerebros
entre musgo y helecho,
en tensa oración callada
vestida de celestes encajes?
Su inesperada fuga en cielo sin norma
rizaba mi alma de abruptos oleajes
y me quebraba en fractales libros
deliciosa harina en versos y delirio.
De mis ojos alelada plataforma
partieron los Labradores del Abismo
Pilotos de la suya y toda destrucción
que descuajaba entre las sinuosas dunas
el secreto desierto en oración
presidido por diosa a la luz de sirio
Sobre la mesa vibrante
de mi piel circular
rebotaban en cruz sus chispas postreras
pues se las robaron las Nieblas
o descuajaron el Atlas
o deshilacharon la Matriz
o puntearon los signos del Alba.
Por un instante, en coqueteo adoratriz,
volvieron a lucir divergentes
las metálicas estelas de su fuga argonáutica.
En tanto amanecían rubores rosa,
los humores de los Cometas Histriones,
los licores de nuestro brindis abisal,
bañaban ya mis tejidos sin código
adictos a metamorfosis de Juego
y al ensayo cruel del cósmico arenario
en el clínico altar de la gran Diosa
entre el palpitante Azar biogaláctico
pullado de libres mentes extáticas
constelando del universo el gran pliego.
La loca oración en coro cavernario
que bruñía en ácidos costas de cuerpos
entonaba en sus mareas perpetua dicha
con pétalos nuevos de alegres minucias,
brillantes espumas en acción de gracias
suspendidas en los vientres de la noche
cual caras disímiles de un mismo impulso:
exultante alef en su cero creador
antagónico amarse de la potencia
en abrazo de satisfacción completa.
Los venenos trazaban su espectro
entre menos y más infinito,
recorrían de uno a otro polo
los confines en incendio del gran cosmos;
marcaban por doquier rasgos del número,
óxidos marcando playas de granito;
los tóxicos residuos de su grandeza
hundían lo soez, la mundial maleza
signando a natura con su cruel vitriolo:
ardía férula sacra de los amos.
Calcinaban lo anodino y lo sumiso
teñían de azul sus primitivas furias
contra todo lo deforme y lo torcido
que rendían a su fuego corrosivo
o arrojaban por las rúas victimarias
agentes del Caos de hoyos y crestas.
Ponían luego a reinar la calma
y se abría un nuevo día de florestas,
encantadas avenidas de líquenes
y plateados musgos charlando en vergeles.
¿No era una mañana de burbujas,
la que pendía sutil de los perales,
o eran preciosas gotas de cielos frescos?
¿Y esos focos eternales
de iluminadas joyas en jura
cual pequeños claustros mentales,
con que jugaba el sol matinal
arrullando de lluvia sutiles restos?
Eran besos de rocío enamorados
que había dejado mi virgen bendita
como flores de la noche en los perales,
recuerdo de esa luna de amantes plata
que en las noches nutrían sus corazones
y a la luna arrancaban su tibia leche
pacificando con su amor de paraíso
las iras del mar sonoras sales
que oraban al alba sin mezquita
replegadas en las playas sin permiso
Eran versos de la mar en celo vivo
monstruosos lamentos apagados
de sus crueles vozarrones por la dicha
clamando a los cielos maná de aleluyas
música de besos amatorios
que impregnara al tiempo de dulzuras,
ya aurora, ya crepúsculo o mediodía
nacían limpios de mareas desnudas
sobre playas que entonaban oratorios
marcados de silencio y melancolía
Era la salmodia de la mar eterna
mientras de noche danzaban los luceros
y en la mañana jugaban los rocíos
entre los amorosos huesos del peral
eran estrellas de la Osa en apuesta
o quizás la Cruz que guiaba los navíos
eran esos mágicos psalterios
que consagraban vida y mundos al azar.
José Guillermo Molina
En base a poema de 1975
Elaborado en El Corazón, Finca Villa Mercedes
Septiembre y Octubre de 2019
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