esa luz no era para mí
yo la arranqué
del cielo sin historia
en un descuido
de los dioses impersonales,
por sobre el árbol del paraíso.
Se concibió antes o después de mi existencia.
Por eso sus tonos superreales, subliminales
por do navegaba sin conciencia
en la pura gloria
la gran Oscuridad,
el olvido puro brillo
esa luz se la robé
a un final
de crepúsculo milagroso
que bañó de repente al Cerro del Silencio |
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