Había unos preámbulos, unos introitos
mientras se rompían severas cadenas
que nos ataban al mundo,
al que pronto habríamos de cifrar,
al que llevábamos en las venas
y luego habríamos de empuñar
y a pulso orientar su esquizo rumbo
por mares de dementes conceptos.
Podríamos jugar todos los sujetos,
desde algún grumete hasta el capitán,
e incluso el pirata y bandolero,
¡que no podía faltar en mares boicot!
Y luego de comprender al ser entero,
empuñaríamos el timón como pilotos
del avatar sereno que, en revuelto mar,
conquistaba en los sueños su complot.
Reventar cadenas, sostener y empuñar,
mundo abajo, encima y a tiro de alas.
Mundo a lo ancho, a lo hondo y del Otro
cosmos de mapas a hombros de Atlas
en ese hiperplano de posibles aguijones:
Era el plano que dimensionaríamos con el soñar
y que alcanzarían sílabas vírgenes,
rompiendo tinieblas de túnel sin rastro.
Franca escritura en juegos limpios
trazaba líneas de riesgo en mar y tierra,
de la mano de incógnitos titanes
penetraba bosques y vergeles
atracaba islas y pávidos cantiles
derrumbaba dioses y demonios,
desposaba musas y sirenas
que entonaban la canción bizarra.
Hilos caóticos de su Canto
rondaban islas de misterio
donde templaban su ritmo las cadenas
que entre arpegios de nueva luz
amarrarían el sutil imperio
a los hombros de místico gigante,
hasta hacer derramar llantos a su cruz
lágrimas de flores en clave de penas.
Arrastraba consigo cielos y tierras
se bebía los ríos de los bosques
y danzaba ebrio con loco aroma de jardines
mientras aves y hadas picaban sus entrañas.
Su viaje de hinchados versos choques
animaba en su danza las gibas de montañas,
bajo las lunas tiernas de sus ojos febriles
combaban los cielos agotadas horas.
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Enero 1-17 de 2021
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