el alma se explayaba en frescos botones crema
que cantaban en notas evanescentes,
botones florales de notas ahogadas
que guardaban angustiosas mentes
y desértica soledad bañada en lágrimas y sal.
Esas flores guardaban el corazón partido en mil pedazos:
algunos fucsia de antiguas alegrías
y radiantes amores en reposo,
y muchos negros de infartados trozos,
combustas esperanzas de fallidos días,
sumergidos en nieblas indistintas.
La llanura de armónicos colores
invitaba con su sol abandonado
a dejarlo todo atrás
y echarse a rodar y cantar,
darse a los ardientes brazos,
a los besos indefinidos de bosques y florestas.
Qué importaba lo que quisiera el hado
y nos dictara nefando el pasado
sólo a esa luz y a esos pétalos infantiles
habría de escuchar;
nada frenaría mi aliento
ni mi ansia de esos dulces pechos,
bajaría desbocado,
pisando lilas y claveles,
hacia aquel acuífero sexual,
mi fondo nato:
sorbería mi pozo de colores musicales,
mi preclaro cielo espiritual.
Debía hundirme en cantos de vida densa
para sentir humor volátil
levantando al infinito los pétalos de carne
que revelaban en cian el azul
del suelo maestro en cierne,
arado en claves de soledad y silencio.
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Enero 31 de 2021
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