Resplandecía un sol de fiesta salvaje
En lo alto de estas sierras de san Pedro
Donde aire ya en ámbar o en diamante
Alberga los seres traslúcidos y sones sotto voce
Voces diminutas del gran alegro
Que viven en la fresca corriente
Y cuidan de la placidez del día
Y la calidez de la noche
Pequeños músicos vigilantes
Encargados de la beatitud del universo
Y los brillos
esos brillos juguetones
en las caras limpias de las hojas-demencia
que se mecen en los brazos de vientos amantes
Las hojas alegres bailarinas
de todos esos árboles dragones
que cantaban pura independencia
muy lejos del seno de urbes de pillos.
Formaban concierto en móviles diamantes
contra el hídrico verde oscuro de las colinas.
El diamante de netos rayos infinitos
contra la tierra en somnolientas sombras-bosque
Dibujaba las casas de los seres finitos
Hechos de agua y salvajes fluidos metálicos
En plena ebullición de alambique
tras preciados elixires exóticos
que a las soñadas ideas y visiones
llevaran las álgebras reales
y en etéreas canciones
vertieran las frases habituales
a las crías de cruel materia obscura
desafiaba con su piel de trasparencia,
fiel hijo del sol y las estrellas,
del hidrógeno y el helio esencia,
y de lo vivo y el carbono, últimas huellas,
diamante-cielo entonaba himno de locura
y el ojo del gran cristal enfocaba en huracán
de cálido amor cada esquema del frío austero
Haciendo feliz a todo el erial
En el fondo simple de cada agujero
Allá, o acá,
En el fondo hondo del propio misterio,
Llega siempre aguda su luz-aguja
Como que no hay vacío ni obscuro
A salvo de su saber y su luz bruja
Luz que es suave y fecunda
Miel y fuego en futuro
Sortija indisoluble que en magia abunda
Llevada por prisa de diamante bruto
Ingresando a la senda de la luz y su imperio
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los milagros. Finca la franja lunático
Agosto 12 de 2021
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