Abstracto y diletante vagaba por los confines del universo,
De mi pequeño jardín brillando en risas coquetas.
De los guayabos a los novios y los geranios
Se movían ojos atrapados en movimiento infinito:
Variedad de rotaciones en torno de centros mutantes.
Se movían ubicuas chispas blancas del sol magnífico
Entre las hojas y los seres de este jardín de genios,
Donde confluyen todos los seres hechos ya veletas
Para emprender el viaje hermético
Entre las flores reciennacidas y el prado bendito
Transcurrían en rachas de ángeles devoradores
Perforaban las flores y el jardín
Con sed de su cielo la bóveda abismo
Mientras otras hordas llegaban de sembradores
Hundiendo sus fallas en la tierra
Madre de las mil criaturas sin fin
En ella clavaban sus raíces de fuego
Y quemaban de vidas nuevas en manada
las entrañas fértiles del bosque arisco
Y la madre daba leche y sueños a su camada
Tantos flujos y caravanas dispersos
abrieron al jardín múltiples senderos
todos válidos y distintos transmundos
que solo captaba el hortelano diletante
lejos ya de todo campo amante
exilado de brazos, bocas y besos,
sólo veía ya los umbrales fecundos
donde trenzan sus tesoros los viajeros
y sintetizan las esencias sus kilates,
rescatan del prejuicio sus libres sexos.
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los Milagros, Finca Franja Lunática
Agosto 25 de 2021
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