El nivel de conciencia que nos amanguala con todo el universo
había que llevarlo al diferencial infinitesimal,
el infinito que se envuelve hacia adentro del divino cero.
Aprovechando la celeste claridad del alma
había que aguzar la conciencia a la punta de alfiler
que lograra penetrar cada rastro de vida
que se empujara en creación automática
por el espacio-tiempo inercial.
Dicho aguzamiento diferencial
se logra quizás
intuyendo la esencia misma de la madeja
el principio incorporal de la reticulación
la espora o semilla puro sexo virginal y solitario
del rizoma que acompaña en dibujos abstractos a la materia,
en una infinita variación de la Felicidad
de la vida como puro goce perenne inmaterial.
¿Era la vida puro deseo
serpeando en irrepetibles variedades
por los fríos pedernales de la inocente materia?
¿Era ese deseo inagotable
en sí mismo indeseable, insoportable?
Era ese deseo sin memoria (pura memoria)
el que sembraba de conciencia
el universo y apagaba cualquier residuo de piedad
de modo que en verdad
se expandía ese fuego verde
como gran inconciencia gozosa.
Ejercía sus derechos de diosa
sobre todos las superficies y cristales
del universo que sin cesar se expandía
de los cuerpos que sin cesar generaba su vientre
manteniendo la tensiòn de su abstracta crueldad
José Guillermo Molina Vélez
Finca Franja Lunática
Diciembre 28 de 2021
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