viernes, 18 de febrero de 2022

Meteoros 77

Meteoros con botas de setenta y siete leguas




Meteoros con botas de setenta y siete leguas

alas chispeantes y cristalinas

saltaban en bocanadas frías 

por sobre lechos de emotivas aguas 

de monte en monte en hordas impías

pisando donde el verde brotaba en llamas

cuidando las augustas colinas

 

cubiertas de milagroso maná mañanero:

la leche y la miel que daría el nuevo Sol.

A veces entre espesa nube o negro tablero,

Ellos traían la estrella en pétalos del dios

y se llevaban su oro-sangre en harinas

al madurar la tarde en montañero ocaso

y traer para la noche la gema del amador

su alma a zancadas sobre exaltadas cimas

para cubrir el vital salto en el abrazo,

la amplia y dinámica falla, en el dulce beso

 

en vivo devoraban tez de mundo

roían las pieles nudas del astro

o cambiaban sus harapos por paños nuevos

ellos llevaban traían 

sembraban y arrancaban

cambiaban a su amaño las caras de los días

y en noche oscura arrojaban restos

formando broncíneos ensueños

para volverse leyenda en melodías

el rodar de los más longevos

 

los más jóvenes marcaban su huella honda

por mares jardines y desiertos

meteoros de reciente ingreso

barrían en corales juveniles

praderas infinitas de florido piso

y felices se perdían sin rumbos ciertos  

por rumorosas sendas de la fronda

 

llovían sobre campos, casas y ciudades

o soplaban con sus enormes trompetas

en las direcciones de las nubosidades

afilando arcos en milagrosos iris

todos llovían en grandes miríadas

y en rebaño de gotas alegres

corrían abismo saludando montunas hadas

que esperaban su paso en gélido mutismo, 

siempre fieles a sus danzas sagradas.

A su paso temblaban selvas al compás de cataclismo

 

Y ese paso de ellos

Entre marcha y tropical danza

Era casi siempre el mismo

salpicado de repentinos frenos

y de insospechados avances subrepticios,

entonado en todos esos picos y sierras

que gustaban a cóndores y águilas

en cordilleras de américa bienamada

se soltaban en himnos libertarios

que consagraban flores y pájaros de fiestas

 

de océano a océano movían cantatas

activaban intemporales arenarios

conectaban danzas y ritmos con fuerza viviente

traían ángeles y corsarios

y fuego infundían en raíces del continente

sincronizando baterías de animados volcanes

suscitaban sismos por falla Romerala

y nuevos timbres arrancaban a tectónicas placas

 

era el planeta entero en castañuela

el que pasaba silbando sinfonías

por cada oscuro rincón de floresta fecunda

ajustando placas y escudos de escuela

en febriles danzas de selva profunda

bien pisados como quedaban en rosa sangre

toda Tellus en bailes de roca estremecía

sobre campo listo para rito en volcán-fiebre

 

Su paso en infinidades de coros

a veces tronaba en fósforo de tormentas

a veces encabalgaba veloces céfiros 

a veces entonaba las dulces serenatas

que arrullaban los sueños en neblinas

y cubrían de flores los prados alboradas

hundidos en cariciosas lloviznas


 

José Guillermo Molina Vélez

San Pedro de los Milagros, Finca Franja Lunática

Febrero 18 de 2022

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario