Meteoros con botas de siete leguas
chispeantes y cristalinas
saltaban en bocanadas frías
de vagabundas aguas
de monte en monte en hordas baldías
pisando donde el verde era más brillante
cuidaban de augustas colinas
cubiertas de milagroso maná mañanero:
la leche y la miel que daría el nuevo Sol.
Ellos lo traían y se llevaban oro en harinas
al madurar la tarde en filón montañero
y preparar para la noche el gran diamante
volando a zancadas de los morros por las cimas
para cubrir el programa del gran pezón
roían las pieles nudas del mundo
o cambiaban los harapos por paños nuevos
ellos traían y llevaban
sembraban y arrancaban
hacían leyenda los más longevos
mientras los más recientes
barrían praderas y caminos sin rumbo
todos llovían en grandes miríadas
y en rebaño corrían abismo
saludando a las montunas hadas
que esperaban su pasaje en pleno mutismo,
siempre fieles a sus danzas sagradas.
A su paso temblaban al compás las selvas
demolían orgullos en cataclismo
mientras todo lo civil caía en caspas
metafísicas ruinas de antiguos besos
prodigados en lo unánime posible
en la espesa greda de los caminos
en ocultos recodos traviesos
escondiendo loco amor inasible
capaz del mundo poner en chispas
corrían como gozosos testigos
de infantiles amores en quiebra
que gestaban los coros de amigos
noche a noche entre la parda sombra
cuando latían en el silencio
amantes notas de serenata
sembradas en almas que reverencio
corrían a empellones para oír la cantata
y la singular voz de sílfide angélica
que flotaba entre sinuosas colinas
modulando amor en ondas de roca
nacido en suaves senos de heroínas
y bendecido con dulce de cascada
cuando templaban su canto los ruiseñores
traían y llevaban los vagabundos
uno sobre otro fluían los meteoros
vigilando los devenires de los vivos
su arduo trajín tras ingratos tesoros
infundiéndoles el vigor de roquedales
para que sus vidas brotaran en racimos
y solo himnos se oyeran en los submundos
esos gigantes que trasegaban el mapa
cuidaban de la tierra su salud en flores
y de los vivientes sus risas rozagantes
velaban por radiante alegría en toda capa
eenvolvían a la madre 'n gasas de sabores
y rodeaban sus danzas exultantes
con sedas de gitana que te atrapa
gitana 'e brunos tonos en nocturna danza
ponía a oscilar el suelo con su voluptas
y el aire temblaba con sus caricias
empujados por ventarrón de fiestas
difundían alegrías y esencias
los ebrios y nocturnos meteoros
y en dulce noche niebla de bonanza
Su paso en infinidades de coros
a veces tronaba en fósforo de tormentas
a veces encabalgaba veloces céfiros
a veces entonaba las dulces serenatas
que arrullaban los sueños en neblinas
y cubrían de flores los prados luz
hundidos en cariciosas lloviznas
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los Milagros, Finca Franja Lunática
Febrero 13 de 2022
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