blancas y amplias nieblas
níveas mañanas de silencio
brillaban al alba temblorosas
dejando en su fuga de sorpresas
cristalinas gotas despavoridas
irisadas estelas de risas frescas
que lanzaban sueños abandonados
en el naciente azur de riente alba
llena de clara luz e incertidumbre rosa
anidando el beso tierno en perlas
que daba la coliflor a la mañana de luz en leche
guardada en frescas hojas de cielos verdes
acabadas de nacer en el aire golosina
entre las caricias de las tiernas brisas
asistidas por soberano sol partero
las criaturas nacidas en esa aurora
recibían saludos en rocío
de tímidas florecillas de pradera
que aparecían nítidas en viaje extravío
por las infinitas landas y laderas
bajo radiantes cielos tatuados de cirrus
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