Gritaba sonatas
de tensores íntimos
al cielo vacuo
con o sin astros,
Ladraba en las
noches,
Aullaba gemía
silbaba,
Cantaba a la
luna de fondo
Entre las
sombras morenas
Junto a todas
las criaturas
Con sus
diminutos himnos
Que actuaban
en los sueños,
al compás de
las gotas que caían al pozo
Cuidando en
pura parsimonia
O atacando al
filo de la astucia
la paz de
inmóviles estalactitas
Entre músicas
de amores
y la mística
luz del ígneo gozo
Ladraban, aullaban,
gemían,
silbaban, hacían el gran coro
abstracta
oración ecuánime
y hasta en
cascadas reían,
al fondo en
aurora de los milenios
reían como
rayos en imprevistas rutas
hordas y
jaurías de moléculas radiantes
reían en
escaleras interminables
o
entre certeros golpes de gracia
y frescas
selvas de celeste rocío
y amenazantes
tambores
o minimizados
en moleculares ecos perpetuos
entre las infinitas extáticas columnas
que agitaban sus gotas
expertas en los himnos ancestrales
y las sensuales danzas de las esferas.
Esas gotas sabias
que venían de los volátiles cielos
guardaban los archivos y quimeras
de las antiguas cantatas
con que se regalaban las sierras y llanuras.
Eran mezcla en explosivos cosmos
de los futuros sueños
y las remotas vidas de los ancestros
cuyas
intrincadas raíces
formaban el
hueso del planeta
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