se va el sol, gran príncipe caracol
y con él se va sin pistas ni mapa
más que flores y germinales
mi ingenuo amor inexperto
de jóvenes mocedades falto
sediento en esta landa baldía
de abonos, de oasis y de nacimientos
simple en pos de mi deseo
de mi amor a la virgen Hembra
vuelven mi sombra y mi vital ritmo
mi noche y mi sueño en tisú
de azules etéreas sedas de abismo
entre princesas de volátiles reinos
y cariciosas pieles fieras de lejanas selvas
¿no es el fondo estriado del dolor
el mapa de la más exultante alegria?
la más loca de las bacanales
rayaba y escarificaba el alma
en la luz de la mañana ebria
con uñas de oso y furia de tigres
escribiendo en la piel arduo poema
mi cristalino hálito de gracia
sonreía en tibio verano de junio
el gran imperio de la diosa hermosa
manantial de la dicha fugaz
que en cascadas de luz escapa
sin tregua entre luces plenilunio
que curtían la noche planetaria
mi feliz esperanza de nuevo día
y nuevo sol de absoluto esplendor,
(¡Ni se sabe por qué lo llamaba igual!)
llevaba la proa redentora y guía en mar de tiempo
para que nuevas horas de frescas flores
entre la pradera rozagante en bajo perfil
entonaran gran pregón de vida nueva
orgullosa proa en ignotos mares
con furias de huracanes y piratas
salvajes islas de virginales abordajes
con floridas nereidas y circes
esperando la fiesta y los cantos,
ritmos alados de locas danzas
que fundarían la nueva tierra
aunque pronto en verdad
morirían el día y la campiña
la amplia vista del abismo en familia
sucumbiría a las sombras mortuorias
mientras se quemaban las neuronas seculares
prometiendo sus nieblas caminantes
un alto con oasis de alta dicha
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