lunes, 6 de abril de 2020

Su paso de Ausente




Cualquier presión mata el DULCE
RUMOR de SU voz armónica.
HABÍA UN CAMINO SIN RUIDO
QUE SUCUMBÍA EN LA NADA.
Ese seguí sin amagar un cruce
esperando que sonara
el alado ditirambo 
y me empujara su voz dinámica,
que me inspirara la voz angélica,
la paz del ovido,
el retorno del místico susurro,
CUAL FEMÍNEO CONTONEO DE UNA NIÑA,
en cuyo entorno el alma,
la noche oscura del alma,
conocía la mayor dicha,
la más indescriptible
la más inapropiable,
la más inconsútil e inmaterial AURORA.

No importaba ya que sonara la voz del rayo,
que se precipitara al carbón nuestro sueño.
Si persistíamos en el núcleo acelerado
de SU poema ebrio,
mantendríamos los niveles esenciales
de la salud primordial 
y la alegría celestial.
Allí estaríamos con el sol 
en diurno vital condumio 
o las estrellas que en silente noche
bendecían su nombre inveterado.
El todo era viajar con luces o sombras
hacia el fondo oscuro de la noche nuestra,
donde se remozaba entre amor y sexo
la tierna vida de nuestro calendario.

Era esa nuestra cueva santa 
cueva de pirata experto
donde recomponían sus brillos 
nuestra piel y nuestra sangre
a tono con la luna amante 
de nuestro viaje sabio
trás la voz baldía
que jugaba en verso cierto
al móvil en perla y rosa
que tornaba en ambrosía
los oscuros jugos ásperos
de nuestro día a día.


José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Abril 6 de 2020

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