Maltrechos mi nave y yo
yacíamos en paz sobre la arena.
En el sueño del desmayo,
me inundaba una gran felicidad
de haber quedado a salvo
después de la gran remesón
que me sacó de la antigua vida y pena.
Por delante tenía todo un nuevo camino
una noche llena de estrellas
inaugurada por la luna nueva.
Una noche amable y bondadosa
después de haber pasado todo ese tiempo
bajo esas crueles muelas de sensual borrasca
que amenazaban triturarme entre rocas de recuerdos.
Ahora era libre como vela nueva
henchida de aire fresco y emociones suaves
con radiante noche por delante
curado de recuerdos y el viejo dolor.
Un nuevo amor me inundaba
sin seducción ni apariencia
un amor místico y filosófico de solo fuerza interior.
cada vez cambiábamos de estrato
nos alejábamos más de lo humano
de cada viaje volvíamos más ingrávidos
más lejos de habituales sentimientos
disueltos los pesados compromisos:
salí de una concha solitaria de caracol
hacia una cuna en plumas de amor;
esa cuna de amor se quemó
pero la belleza aún brillaba en mi camino.
Por poco que hubiera durado
era suficiente para que una nueva óptica
iluminara mi mundo y lo poblara con sus risas
sus besos, su silencio y sus caricias:
era suficiente para un futuro iluminado.
Y ahora vuelvo de nuevo a un desierto
donde toca aprender otra vez
pero la travesía del erial también llevaba a oasis
la trama asocial del ermitaño florecía
quizás crecemos cuando perdemos los padres
o cuando perdemos entrañable amor
trás el llanto se esfuma el corazón
Zarparíamos hacia un nuevo cariño
parco y silencioso
como augusto sueño matutino
partiríamos tan pronto lográramos
reparaciones afectivas y provisiones
para sueños ligeros
de callada voluptuosidad.
Pero no era tan simple
la angustia atisbaba el horizonte
cual maléfico sol de medianoche
con ese calor de fiebre repentina
esa luz de delirio que matiza el éxtasis
esa dosis de dolor que acompaña al gozo
esas lágrimas de sal que bañan las risas.
Debíamos entrar a esa noche de menguante
guiados por el lucero matinal
que se alineaba en un celeste marfil
con el cuarto de luna en crema rosa
y abrazar el alba del nuevo confín
con la gracia fresca de la diosa
que nos cure del mortífero veneno
la mañana de virginal rocío
nos daría esa leche simple
de luz y desprendida transparencia
alejada de todo amor y humana caricia
en la que se alcanzaba gozo completo
más allá de sexos y paraísos
y se poblaba la soledad de genuinas claves
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Septiembre 9-12 de 2020
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