viernes, 15 de diciembre de 2017

La segunda inocencia


Oda a mi hermana Inés Elena
Disuelta en el perfume sacro
De  esa flor del 24 de mayo
Que canta a María Auxiliadora

Después de todas las preguntas
Y el amargo de la extensa ignorancia
Sólo el manto de la Virgen
Nos abrigaba de la noche fría
Y de la infame lluvia de ceniza;
Y nos guiaba en onda de gracia
por los amplios jardines
de inciertas sendas al margen
dibujando mapa de chamiza
en apretadas curvas adjuntas.

Sus pequeños pies recorrían
el rosario infinito
en que se enfilaban cristalinas gotas
pespuntando los delicados pétalos
de rosas y jazmines
en el Jardín Alado
brotado entre el musgo en granito
de perennes sueños
que surcaban las páginas rotas
de montuna geografía.

Ella ahora danzaba inmóvil
entre las anónimas hordas de átomos
en inquebrantable cielo de cristal

Amparada en esas lajas de vida
tejía ahora en silencio
con aguadas plegarias ausentes
la bóveda azul de la inocencia

por donde hacía avanzar el día,
en gran sueño de vigilia,
la Virgen de los que no tienen a nadie,
de los que viajan en el silencio de los santos.

Ahora íbamos a la vanguardia de la Virgen-Tierra
propalando sus vitales vahos entre la materia oscura
que flotaba al amaño de versos sin cultura
transmutada en orante oda que a la luz se aferra

ahora íbamos en procesión impía
de austeros diamantes en brillo adverso
tallando con la luz de la alegría
el soberano milagro del universo

tejido en el mantón alado
de la Virgen pura
que en su gracia nuda
amparaba nuestros órganos del hado

el milagro de los átomos-niños
cuajado de sueños y estrellas guías
que punteaban las lechosas vías
con miles de cocuyos‑guiños

ahora no cesaríamos de cantar
las variadas aleluyas e infatigables melodías
en que el sueño acompañaba lo real
con todos los riesgos y en milagro perpetuo

Elena, cual amante diosa antigua
Entonaba ahora al Cielo
Nuestro memorial de incansables salmos.

Celebrábamos de lleno,
En perpetua fiesta
Y leal absurdo
La obra magna
De autocontenido Dios
Que vibraba en consistente plano
con toda la vida orquesta
En su diminuto cerebro caracol.

Ahora sus sueños dibujaban,
en esquema abstracto,
el alma del viajero universo
sus volátiles peldaños
de no bien olvidados mundos
y forjaban el sereno canto de las esferas.

El canto que nos presentaba
Ante la Nada de serena gracia
El Canto de Josefina
Al límite de las eternas tribus…
Hasta el confín de las nacientes galaxias
Que hervían en volcánicos nimbos
Donde el silencio esparcía su fragancia
Y sus siemprenuevos rocíos de núbel inocencia…

El Canto de las Sirenas,
La música de fuegos niños
Compuesta de espasmos y silbos
Que consume en vivos himnos, y ácidos,
El alma neutra del poema en fugas
Mientras en su tierna angustia
cargan su luz nuevas luciérnagas
y prueban su inocencia las vírgenes pornográficas.

Nos guarda el sexo‑orquídea
De la virgen madre del mundo
Angustia y dicha
Un solo rocío sacro
En lo hondo de su seno pudibundo
Habita inmune nuestra más cruda inocencia.

Versión 15 de diciembre de 2017
 Versión 17 de agosto de 2015
Medellín, Mayo 28 de 2014

José Guillermo Molina 

No hay comentarios:

Publicar un comentario