Eran sus labios y sus ojos
su flor de tintes encendidos
fogata pura, miel añeja,
motor infante que nutre mi audacia.
En pos de su ecuación de enigma y gracia
se plantea mi incierto respiro
mi búsqueda de florecida almeja
tras los muslos que mi pasión aviva.
El sutil trazo de su rebelde risa
sembraba de locura mi tiempo anciano
y me remozaba su aliento-brisa,
sílabas nuevas ardían en su pozo
su frutecida boca dormida en beso
tallaba del amor nueva palabra,
y sinsentido del más puro arcano
perfilaba mágico abracadabra
conducía mi inspiración creadora
al rico éxtasis cual miel huidizo
a la nueva luz de eternal aurora
que colmaba de canción y hechizo
las páginas blancas del gran abismo.
Miel etérea de su seno eximio
llenaba con su virginal poema
mis amantes pieles de erial exiguo,
enviaba al cielo mi corazón antiguo
y sembraba de flores mi delirio.
Con sus besos me convertía en libro
que guardaba del alma mi martirio
José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Villa Mercedes
Abril 2 de 2019
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