miércoles, 19 de febrero de 2020

Carne y rocío






Comenzaba el día con pies de hierro
sobre celeste pasto verde en leche,
lejos de gentes, sexos y tareas
muy cerca de azul cielo en aire fresco
guardado por encarnado amanecer
bajo la risa de menguante luna
que cándida componía sus tretas.

Ya disueltas las huellas de la noche
y aclarados sus oscuros metales,
se entraba en nuevo día del cariño
que prometían pájaros amigos:
sus picos extirparon la malicia
y primaba mañana de leticia
en jóvenes actores de la selva.

Era un cielo de carne adolescente
velando el pasto de ariscos cristales
bañado en leche de diosas amantes
que provocaron el último sueño
de camino al sacro íntimo recinto
más allá de los mercados del mundo
donde doblaba su rizo eterno paraíso.

Me llevaban a la catedral del extravío,
a la dulce caverna del olvido
donde crecían los silentes musgos
y hablaban entre sí orantes flores
en vivaces lenguas de los colores
mecidas por las brisas bailarinas
que sostenían las sensuales gracias.

El filo de la aurora traslucía
sus róseas carnes de virgen nuda
frescas joyas de celestes rocíos
lucían sus orientes temblorosos
sobre el verde letargo en pradera
y un tibio sol bebe sus gotas de oro
al silente sonido de maitines.

Cantaba dulce arroyo entre las peñas
corrí a hundirme entre esa eternidad
sentí el canto detenido del cristal
y un gozo metahumano cruzó mis entrañas,
aguas de Heráclito era mi tesoro
mi herencia antigua y mi sino inaugural
camino desde siempre en total quietud.

José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Febrero 18 y 19 de 2020

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