No había caminos principales
para atravesar este peculiar jardín
en honra a Epicuro, o ecocuidado.
Se le recorría por el mejor atajo,
en medio del silencio que congelaban
los grillos gobernantes del fortín,
como gran concierto de animales...
para filósofos del sentido,
expertos en comprender
el humo de extraser,
puro verbo y enunciado
que emitían los cuerpos del durar
y esta película sólo era de ver
sobre el fondo de tal silencio y orquesta
mientras cantaban sus estridencias
los microseres del perpetuum mobile
que sobre sus lomos de extraterrestres
llevaban el feérico vergel,
sus pétalos, sus brillos, sus esencias
como en soñado desfile:
guardando rotundos desastres.
aromas de seres desastrados
entregados al sueño volátil
de la pura duración en contingencia
la felicidad de lo efímero
esa duración esencial
que se mantiene como brasa amorosa
llanto contenido entre cambios ineludibles
tales eran los jugos secretos
que surtían sus callados manantiales
sobre ruinas de mundos disueltos,
lejos de hombres, dioses y mitos,
sólo entre piel de máquinas virginales
nacidas en cerrados circuitos
de ese feliz jardín laberinto
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Octubre 20-28 de 2020
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