domingo, 4 de octubre de 2020

Corazón de luces simples: Nada se queda y todo pasa

 


Lo único limpio y  verdadero, 

el suyo corazón de luces simples

se escurrió entre mis aturdidos dedos:

sonámbulo entre ángeles

dejé ir sus besos 

de exquisitas eróticas mieles

que me abrían su corazón de oro.


Desde entonces caminaría a oscuras,

nunca más tendría lo auténtico.

Atónito y perplejo,

la vi diluirse por años,

vi su corazón de nubes puras

evaporarse en sensuales llamas

limite abstracto de pasionales esquemas.


Su piel de bailarinas sedas, 

puro tacto de diosas,

sucumbió entre tormentas de arenas,

en escamas de recuerdos y fugaces sueños.

Siempre estaría ahí esa dulce medula 

de tiempo amable y añoranzas 

para darme abrigo y cálida cuna.


Nos amábamos en oscuros incendios

y posteriores sonatas de agua blanca

colaban su son en abismos-silencios

bañados en ocasos de luz franca,

guardianes de los mágicos nombres

que dormían en almejas de dicha:

la gran Historia en finos licores.


Yo amaba su lumínico corazón 

de tiernos pétalos amantes

forjado en perfumes evanescentes

bajo reglas de la sinrazón

y con gran gozo matinal me hundía

en oscuros pozos de luz impía

donde salvaba toda ficha.


Se salvaba lo que entraba en metástasis

entre sus labios de flor caníbal,

que devoraban transportando al éxtasis,

y a lo carnal tornaban en verbal

y a lo racional volvían emocional

entre sus fosas de luz estrecha

clásicos canales trans-materialistas.


Corazón de luces simples,

fácilmente ángel-oscurescibles,

se ofrecía a mis diásporas ocultistas

y amparaba en lo obscuro

mis fugas aborrecibles

siempre alejadas de circuitos amables

prediciendo las rutas del futuro.



José Guillermo Molina Vélez

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

Octubre 1-4 de 2020

Tratando de incluir la disonancia en la bonsonancia 

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