domingo, 18 de octubre de 2020

Un reino oculto




Salí a caminar, en brazos de la bruma.

No era un bosque, ni pradera, ni desierto.

Sólo un insípido pedregal,

grises piedras a la luz de luna al fondo.

Alcé algunas consultando borrosas claves 

que me hablaran de algún reino oculto,

de un mundo escondido sutil contraseña 

esperándome tras un inútil viaje

y entre la noche mi red tejiera

cual si fuera sutil níctea alimaña.


Con los pasos fuera de lo normal

crecían huellas del reino oculto,

cada vez era más consistente

el clima raro de aquel país absurdo

anunciado como algo inminente 

por perdidas perlas de algún roto collar

testigos de borrados amores,

al cuidado del viento y de la corriente 

que les hablaban de anónimo abandono

templados solitarios del planeta azul.


Cuando llegué a ese otro bizarro mundo

guardaba su portón un nubarrón poema

cuyos versos se escribían al segundo

al ritmo de maquínico fonema

orquestado por las flores danzarinas

que bebían su té de negros potajes,

tinta de escrituras vespertinas,

cuajada en inciertos instantes de trance 

desde suelos de pasajeros lenguajes

hasta nuevos cielos de fecundos dioses.


Seguía el viaje sin lógicas secuencias,

amando-odiando cadenas de recuerdos,

mientras un tibio sol de locas esencias

trazaba ruta de azarosos encuentros

y borrando la historia reciente

montaba vivaz drama con la vida en flor

encendía su paleta de colores

y abría en sinfonía silentes cantos

celebrando en báquico banquete

las gracias del luminoso mediodía.


Las gracias de caminar sin fin bajo su luz

cobraban los tintes sacros de la tarde

se fundían en película suspensa

bajo la tensión del puro trance

en la experiencia del clarobscuro

  -umbral y zona de incertidumbre

   donde se transmutan los alardes-,

que sobrecoge el fas-nefas de la carne

y alza en éxtasis al espíritu

flotación singular en la beatitud.


José Guillermo Molina Vélez

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

Octubre 15-18 de 2020



3 comentarios:

  1. Senti que camine contigo. Oliendo musgos y pisando hojas húmedas.

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  2. QUÉ HERMOSO MI JACINTICA. ESO ME PONE FELIZ, ¿QUÉ MÁS SE PUEDE DESEAR? SÓLO QUE ESA DICHA SEA ETERNA...

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  3. En realidad, son instantes tan fugaces como dichosos los que pasamos junto a los pequeños nacimientos que patrocina el musgo en el bosque!!!

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