Salí a caminar, en brazos de la bruma.
No era un bosque, ni pradera, ni desierto.
Sólo un insípido pedregal,
grises piedras a la luz de luna al fondo.
Alcé algunas consultando borrosas claves
que me hablaran de algún reino oculto,
de un mundo escondido sutil contraseña
esperándome tras un inútil viaje
y entre la noche mi red tejiera
cual si fuera sutil níctea alimaña.
Con los pasos fuera de lo normal
crecían huellas del reino oculto,
cada vez era más consistente
el clima raro de aquel país absurdo
anunciado como algo inminente
por perdidas perlas de algún roto collar
testigos de borrados amores,
al cuidado del viento y de la corriente
que les hablaban de anónimo abandono
templados solitarios del planeta azul.
Cuando llegué a ese otro bizarro mundo
guardaba su portón un nubarrón poema
cuyos versos se escribían al segundo
al ritmo de maquínico fonema
orquestado por las flores danzarinas
que bebían su té de negros potajes,
tinta de escrituras vespertinas,
cuajada en inciertos instantes de trance
desde suelos de pasajeros lenguajes
hasta nuevos cielos de fecundos dioses.
Seguía el viaje sin lógicas secuencias,
amando-odiando cadenas
de recuerdos,
mientras un tibio sol de
locas esencias
trazaba ruta de azarosos
encuentros
y borrando la historia reciente
montaba vivaz drama con la vida en flor
encendía su paleta de colores
y abría en sinfonía silentes
cantos
celebrando en báquico banquete
las gracias del luminoso mediodía.
Las gracias de caminar sin fin bajo su luz
cobraban los tintes sacros de la tarde
se fundían en película suspensa
bajo la tensión del puro trance
en la experiencia del clarobscuro
-umbral y zona de incertidumbre
donde se transmutan los alardes-,
que sobrecoge el fas-nefas de la carne
y alza en éxtasis al espíritu
flotación singular en la beatitud.
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Octubre 15-18 de 2020
Senti que camine contigo. Oliendo musgos y pisando hojas húmedas.
ResponderEliminarQUÉ HERMOSO MI JACINTICA. ESO ME PONE FELIZ, ¿QUÉ MÁS SE PUEDE DESEAR? SÓLO QUE ESA DICHA SEA ETERNA...
ResponderEliminarEn realidad, son instantes tan fugaces como dichosos los que pasamos junto a los pequeños nacimientos que patrocina el musgo en el bosque!!!
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