Ingratos como los hijos
son las obras de nuestro arte:
Les sucede el gran vacío y la añoranza,
en el corazón se abre un gran foso
y el desafío de gestar algo nuevo
que supere en cielo y esperanza
al colino ya perdido
y arrancando de la completa ignorancia
alcance el pleno gozo
de una existencia libre
toda obra empieza tímida
en lo ignoto e incalculable
desde el vacío nos arrebata
lo mejor que nos cruza
y se da a la huida:
cualquier pájaro, flor o dulzura
que por azar visita este oasis
se vuelve suyo sin posible excusa
nunca se logra detener una demanda del pirata
obra o hijo, solo quieren nuestra ascesis
es una ley de campo abierto
de dominios líquidos sin fronteras
nacidos en musgosos montes
y que llegan a salvajes mares
es lo justo:
que nos dejen y sean del salvaje mundo
nada tiene por qué permanecer nuestro
solo llegar a poseer nuestro sayal vacío,
emblema del sacro silencio
en que marchamos por cosmos siniestro
a medida que producimos en luz de negros cielos
nuestros brotes de felicidad impía
se reduce nuestro espesor
y aumenta nuestra veloz sangría
nuestra liviana e impersonal fuga
¡benditos sean los que lograron salir de nuestro seno
con vida propia de estrellas libres
aligerando nuestro equipaje de dichoso tránsfuga
experto en asaltar solitarias cumbres
donde brillan en oro versos nuevos!
allí vuelan con bellos colores
los pájaros más abstractos
en las últimas luces de fecundos días,
lejos ya de alimentarias pasiones
y ordinarias costumbres
con las alas propias y las ansias
de nuestros antiguos sueños
quemándose entre sitibundas fiebres
que imaginan en secas tormentas
el fulgor de nuevos soles
José Guillermo Molina Vélez
San Pedro de los Milagros, Finca Franja Lunática
Septiembre 4 de 2021
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