Simplemente tenía que seguir esa melodía
tras esa flor valiente
con su punta de afilada espada
en el silencio de la noche iría
rompiendo con sílaba demente
el manto de tierra perfumada
Alcanzaría la luz y la limpia alborada
el infinito espíritu abierto
que había bañado al mundo corriente.
Buscaría entre los libros del tiempo
la ecuación en clave pirata
que clamaba justicia de abismo
seguir a esa flor que perfora danzarina
la anciana tierra más pura
dejando su raíz y su recuerdo
tras el solo llamado abstruso
de su mente, fiel amante
del color y la vacua letanía
dejar sus raíces entre el fecundo
oscuro vientre de la diosa amante
y salir en gozo al calor del día
y pregonar al viento vagabundo
las flores voluptuosas de su cría
preñadas con la miel del sexo ardiente
rompería el silencio de la arcilla
en que la sombra y niebla planetaria
sumergía entre sueños los órganos
con destino a los átomos en trilla
que ingresaban al río en luminaria
clamando del silencio los arcanos
Igual que el mítico gallo cantante
esperaba entre sombras impaciente
la milagrosa miel del alba
que benigna en gracia fluía
de entre austeros carbones de la noche
hacia pétalos frescos de alegría
lo bello era lo niño en derroche
la turba nueva de la tierra negra
que hervía entre las piernas de mi virgen
recogiendo el temblor que constelaba
tierna sonrisa sin labios de seda
que dibujaba selva profunda en su jardín.
su aroma lo traían de muy lejos
el jazmín, la menta, y el romero
de néctar glomeraban su boca en canto
y el día entero flotaba en móviles besos
un cielo de ternura en formidable manto
a todo viviente daba su respiro
inspiraba el soplo en crucial boca-a-boca
cósmico abrazo del hondo abismo
a la vegada de antiguo sedimento
extática manada dormida en roca
tras la tela ctónica del orgasmo
que se hacía de la nada en contratiempo
José GUillermo Molina
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
julio 25 de 2020
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