jueves, 26 de noviembre de 2020

Hacia el eremita




Se habían perdido razón y camino.

Sólo persistía una ciega voluntad 

en abrazar una vida simple

sin objeto y con un mínimo sujeto.


Pero un secreto gozo,

cual manantial perdido 

de perenne flujo melódico,

era la clave del camino ciego,

el seguro arcano laberinto

hacia el hosco eremita incógnito

que halaba desde jardín abstracto

con místico alado magnetismo.


Era una felicidad recóndita 

de cifrado volcán guarismo

la que hervía al fondo de rutina,

anárquico vino de poeta

escondido entre labios de niña

esperando la canción de abismo

para danzar entre muslos de la dicha

que forjaban las galaxias de la noche.


Al final del desierto,

brillaba el oasis fresco

con su eremita despierto

orando en cielo dantesco.


Pero en verdad ese eremita ideal

debía construirlo. 

Allí no había nadie.

Saldría de mi soledad, 

mi calma y mi armónico silencio.

Personificaría mi musical vacío interior

en ese ente de luz neutra

cuyo ser solo quiere estar entre cosas,

vaciado en alguna horma de beatitud

suficientemente salvaje para lo eterno


José Guillermo Molina Vélez

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

Noviembre 26 de 2020

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