Paisaje en Vinicunca, Perú.
Como en irisado plumaje
se precipitaba el acerbo de ser
por multiplicidad de gradientes
escandiendo el vasto paisaje.
Lo tasajeaban pinceladas vivientes
recién nacidas de vientres divinos
con la luz interior de un amanecer,
que siente el allegro de los eternos
flujos inmanentes y exuberantes,
cuando acompañan la deriva en extraser
del sinfín de los átomos inúmeros
que sostenían el acto de creación.
Condición de creación era la difícil soledad
que nos arrojaba a desnudos luceros
saturados de amor en vuelo de canción,
capaz de abrir el alma a la inmensidad.
¡Soledad abierta cual cielo argonauta!
Allí flotaba libre todo recuerdo,
en completo acuerdo ondeaban los afectos,
provenientes sus lajas en carne viva
de palpitante natura y humanidad,
fascinados tonos con líder mágica flauta.
Pero mantenían severa distancia
cuidando de alterar la abierta soledad,
y distancia y silencio tenían como pauta,
preservando también su augusta elegancia.
En ese mar de sueño y oscuridad,
vagaban parciales los objetos
y volvían a otro amor afectos sueltos,
desechos sin rencor los antiguos lazos.
Eran piezas semióticas para nuevos actos
que sugerían los sueños a oleazos.
De lejanías, llegan borrosos trazos,
capaces de poner lo vivo en figuras,
a cambio de tener un creador solitario
amo de un gran dominio escaso,
do abundaran los tonos de música y luz
llenos de ternura y relaciones antiguas,
que en mucho recuerdan gran calvario,
pero son trasunto del intervalo azul
inserto en el alma de nuevas semillas,
a la espera de nuevas flores amigas.
Allí vivieron las incógnitas risas
que quemaron todos mis silencios
y me ataron de lleno a extraños caprichos,
de lágrimas llenaron ojos traviesos
y me pusieron en contra de mis principios.
Pero todo se vale bajo tus besos,
música en andante lo son tus caricias,
ohoh
ohohohohoh
ohohohoh
oh.
Extraña suena la noche
suena en niebla que sueña
tras silencio de miel y leche
y niña en ansias encendida
muy dentro de su tibia cobija,
do todo florecía y reverdecía,
ahogaba en mi corazón a la cizaña
y prendía en mi piel toda la alegría.
Bullía en mis huesos la canción perdida
y el cielo me bruñía fatal sortija.
Paisaje en Vinicunca: Divinos caprichos de Natura. Perú.
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Noviembre 29-30 de 2020
Primero aparecen los flujos y átomos, el gran desmembramiento, sosteniendo el acto de creación. Luego son fragmentos de realidad flotando libres en ese mar de sueños. Luego aparece el Creador Solitario en ese escenario, donde bloques de sensaciones navegan el onírico mar y al ritmo de la tierra madre, suprema artista capaz de extender las más sublimes intensidades, adelanta su inspiración y se ve a futuro.
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