Perdí mi alma gemela
No se cómo llegó a mi vida
Quizás nos señalaron las estrellas
Juntaron al calor de los dados
nuestras ansias de libertad,
errancia e infinidad,
como sólo podía contenerse el fuego
en el número diminuto del amor,
del color y sabor de labios palpitantes,
de las mieles preferidas del olympo,
de los néctares y enibrantes vinos
que raspaban el alma
contra la roca viva,
el meteorito negro
que llamaron peñol los
y se convertía en tiempo fatuo,
cargado de contingencia,
esa eterna desazón incontenida.
Allí quedó grabada
nuestra ecuación de anárquicos infinitésimos
en colores de crepúsculo y pétalos de luna:
sus labios de virgen en puro hervor
ungieron las paredes milenarias de la roca
pusieron en celo a los ancianos minerales
destapando sus tiempos esenciales
cual perfumes libres de perdidas flores;
declararon la bohemia en la escasa duna,
fundando un tiempo nocturno de desorden.
Y a todos los demonios puso en fuga
su vuelo nítido de ángel
contra el grito impávido del granito
la mole rígida temblando en vilo
bajo el femíneo látigo de su pasión:
ella fundó ese oleaje de vacuidad suma
Allí quedó sentenciada
nuestra pérdida ineluctable,
al tiempo que se sellaba
la misteriosa y efímera paridad.
De todo el ser acumulado
solo me queda este dolor
este brutal escozor
que agrieta en mil escamas
mi alma de montuna cepa.
Ya solo sabe pronunciar
su nombre de sutil y mágica contraseña
por solitaria senda de divergencia.
El resto es fugaz memoria perdida
Solo perdura entre la niebla vaga
su silueta en chispas encendida
deja inmutable diosa adorada,
que se opone al pleno sol pirata
con la fuerza limpia de su sangre.
José Guillermo Molina Vélez
Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes
Noviembre 5-6 de 2020
QUE BELLEZA, LO IMPRIMIRI E ILUSTRARE
ResponderEliminarMUY BELLO ESTE POEMA PA!
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