jueves, 5 de noviembre de 2020

Perdí mi alma gemela

 



Perdí mi alma gemela

No se cómo llegó a mi vida

Quizás nos señalaron las estrellas

Juntaron al calor de los dados

nuestras ansias de libertad,

errancia e infinidad,

como sólo podía contenerse el fuego

en el número diminuto del amor,


del color y sabor de labios palpitantes,

de las mieles preferidas del olympo,

de los néctares y enibrantes vinos

que raspaban el alma

contra la roca viva,

el meteorito negro

que llamaron peñol los ancestros

y se convertía en tiempo fatuo,

cargado de contingencia,

esa eterna desazón incontenida.

 

Allí quedó grabada 

nuestra ecuación de anárquicos infinitésimos

en colores de crepúsculo y pétalos de luna:

sus labios de virgen en puro hervor

ungieron las paredes milenarias de la roca

pusieron en celo a los ancianos minerales

destapando sus tiempos esenciales

cual perfumes libres de perdidas flores; 

declararon la bohemia en la escasa duna,

fundando un tiempo nocturno de desorden.


Y a todos los demonios puso en fuga

su vuelo nítido de ángel

contra el grito impávido del granito

la mole rígida temblando en vilo

bajo el femíneo látigo de su pasión:

ella fundó ese oleaje de vacuidad suma


Allí quedó sentenciada

nuestra pérdida ineluctable,

al tiempo que se sellaba

la misteriosa y efímera paridad.


De todo el ser acumulado

solo me queda este dolor

este brutal escozor

que agrieta en mil escamas

mi  alma de montuna cepa.

Ya solo sabe pronunciar 

su nombre de sutil y mágica contraseña

por solitaria senda de divergencia.


El resto es fugaz memoria perdida

Solo perdura entre la niebla vaga

su silueta en chispas encendida

deja inmutable diosa adorada,

que se opone al pleno sol pirata

con la fuerza limpia de su sangre.


José Guillermo Molina Vélez

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

Noviembre 5-6 de 2020

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