miércoles, 2 de diciembre de 2020

Burbujas en mar de sueños




Pulsan, punzan mis dedos tu teclado impasible,
tu teclado morboso, hipersensible.
—con el deseo absurdo, con el propósito imposible
de trocar en sortílego, inasible
tejido de armonías
perdurables, la haza acerval de trastrocadas fantasías
que se embarullan en el caos diminuto de mi mente,
...
Y ella cantaba, Loreley, Loreley embaidora,
maga, hechicera —con su voz de argento,
con su voz vítrea, y cerca a la batiente
tienda de burda tela, cuya lona
cuán bien hubiera ido asida a un grátil
de nuestro brick, o enarbolada al astil
del gonfalón, de nuestro brick pirata,
y en victorioso asalto o en pávida derrota!
León de Greiff, Fantasía cuasi sonata 


Cuando se advertían los bordes en niebla

de una ardiente burbuja 

toda llena en su interior de vibrante selva

hecha luz de verbo y prima habla

fundante del sortílego pasar en fuga

donde alentaba palabra primitiva

en brasa poemática inflamada

por "tejido de armonías perdurables".


Hablaban y conspiraban sueños secundarios,

mientras una gota de luz y presente 

se pegaba de algún fragmento real,

en su brick pirata por piélago fantástico,

para urdir evento con sedas de mente.

Sumergida en burbuja celestial,

surcaría esta minucia de conciencia

las oscuras aguas del sueño idílico.                                                   


Entre las nefandas marineras colchas

invocaría a diosas de nombres enibrantes:

Lilith, Xatli, Budur, Loreley mi hechicera

entre las islas de carbón fascinantes

del mago orfebre de las nostálgicas endechas,

quien imperaba en simple Barataria,

esculpiendo las letras de nota entera

que danzaran en los nuevos himnos inaudibles.


El repartía diosas entre poetas,

ríos entre anárquicas montañas,

musgos entre solariegos bosques,

y a él volvían embaidoras sirenas,

suspirando por su amor y los piratas,

la aventura, el embrujo y el nuevo nacimiento.

Con matinales besos, las flores dejaban las noches 

y le traían el lozano conocimiento.


Y le invadían en la tierna luz

"en victorioso asalto o en pávida derrota",

según designio del alba caprichosa,

o lo sumergían en la sombra más espesa

para descansarlo de todos los seres

y dejarlo a solas con su alma azul,

vecina del cielo de licores,

donde ardían nobles sus versos de abenuz.


José Guillermo Molina Vélez

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

Diciembre 2 de 2020


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