sábado, 31 de marzo de 2012

Al cumpleaños de Jaci



Ese día me llegó la risa
       Inocente cielo abierto
bajo el sol de primavera
Beso de las más bellas flores
traían en sus picos los colibríes
y se enviaban en señales los petirrojos.

                    Me signaban de alegría los gnomos-nubes
           y en mi carne de tristeza
escribían gran himno de esperanza.

Ese día llegó la Virgen con su tesoro 
de camufladas rosas vivas.
Un treinta y uno de marzo
Lleno de amor dejó mi reina Maydes
en el delicioso Medellín de flores frescas
Su gran botón de gracia suma
gran regalo de la Virgen Mercedes:
     solo risa mística en despreocupada ausencia,
     igual al ensueño de sus quince en cielo raso,
acunado entre las fresas de sus labios de diosa.

Ese día ella sonrió al fin del mediodía
Y me envió el botón de celeste gracia 
que llamaríamos Jacinta
y nos iluminaría de alegría con el brillo 
y el pródigo ocaso
de sus aleatorios crespos en oro.

viernes, 30 de marzo de 2012

Arco iris solitario


El arco iris iba conmigo
con paso de ciempiés en simultáneo
solo para mi ojo y para mi alma;
me llenaba de brillos en escarceo
y felpudas sombras en abrigo,
lejanos luceros del nacer‑perecer,
apenas sucedáneos del perenne ajetreo,
héroes anónimos de afán y calma
se apoderaban en complot
del íntimo campus sin aliento.

Lejos de todo recuerdo,
En lisura incapaz de toda vértebra,
Y me anclaban en absoluta soledad,
Contra un fondo apocalíptico de sueños
- Color tierra y momia y desazón en pardo,
Lejos de labios rosa levedad
Que me ofrecía mi ideal Dulcinea
desde su celeste piel de armiño -
Impresos en telones mate de gotas en suspenso
Contra limpios cielos de ultratierra.

De mi dulce amante
remotos perfiles,
bañados en plasma de cariños
escapaban en cascadas y remansos
del tamiz de mis locas ideas
tras mi abisal sentimiento:
eran sus pétalos tersos
joyel de perdidas caricias.

Con sus propias franjas de centellas claves
- Gotas niñas en esfera,
de inocencia en cataratas
y penumbras transmóviles -,
emitían sus tiernas plegarias,
tras mosaicos de velados esmeriles,
derretían en rosales y perfumes
hoscos años entre aciagas baratarias,
y uniforme aroma de cantatas
abovedaba la visión en irislumen.

Esa lluvia de tiesas gotas robot
- prismas de infantil cristal
jugando con la luz en sus circuitos
y plácidos laberintos en fagot
entre la bruma crema del manantial
tatuada en el multicolor espectro
y la aérea armonía ad infinitum
que enrarecía el ámbito
en flotación anónima de flor‑fotón
sutil licor de celestial aspecto -

Esa lluvia de diamante en goterón
me inundaba en divinal argot,
potente luz‑poema de vinos
y absortos instintos en verso
floreciendo en iris cantarinos,
jirones de nardos y orquídeas
de cardos y musgos y dánaes
en jalea de aires y de nieves
clamando en diáspora de corcheas
único son de levitante beatitud:

luz de vinos en scherzo
manando en cráteras de dádivas.

Dánaes de sinuosos muslos
y siluetas danzarinas
figuraban Brownianas el irisado coloide
de luz hirviendo diluvios en harinas,
que llenaba de fragantes himnos
en siete franjas de siete tonos
el campus mineral de nervios androides
en arcos difusos de prieto infinito.

Cundía éxtasis en rocío
entre ramas de árboles ideales
y sutiles fúlgidas arborescencias
que surgían sin raíces ni ramales
-inconexas y repentinas-
del ojo catatónico en brutal danza
sobre ónticos caracoles in situ,
espirales en perpleja alabanza
que alcanzaban el núcleo del espíritu
con sus trompas y transfigurados fagotes.

Mas sólo sueños de perdidos cielos
circulaban por la piel de gotas esenciales,
reflejos de cosmos ya combustos
pantallas digitales de aéreos milagros,
repasando en contingentes aleluyas
la historia muda y ciega de los suelos
de los órganos profundos
tejidos en cuerpos taciturnos
con doradas cabuyas
de almas antiguas
por el loco frenesí
de la pizca de clinamen
que torcía por doquier
la caída en carmesí
-bermeja sangre de crepúsculos- 
de los átomos en paralelo:

la pizca de clinamen
acompañaba a cada átomo
como una suerte de sistema dinámico,
le rodeaba como pique de inmanencia
y le incitaba a desviarse por el lomo
por curvas en abismos del universo,
como métrico quantum de errancia
 y azaroso  velamen.

Los átomos eran lo existente,
vagas tribus multitudinarias
que graficaban en ritornelos
los ocres desiertos de arenarias, 
y el clinamen, lo insistente,
quieta espina, bruma pegajosa,
dosis de pérdida, capa dura,
que los hacía virar en locos cuerpos
en el absconto vacuo de su cáscara
tras su nudo en terco palo rosa.

¡Cuanto vacío en cada armadura,
en cada lleno y parejo
de la anciana biblia espaciotiempo,
el loco abierto de la mente cosmos
escrita en trompos y vórtices
compuestos en clave de caos!

miércoles, 28 de marzo de 2012

Esa luz que duele


Esa luz que duele
Con el brillo de las colinas
Esa luz de lustre rubio
Con cara de mujer
Lejanía de occidente
Belleza ausente
Y en universal desprecio
En súbita
(gracias palabras del instante)
En súbita transgresión diamante
por las calendas del sueño y del recuerdo
que flotaban acaloradas a las cuatro de la tarde.

Esa luz pura
Femínea indiferencia
Que pasa insensible
Ante los cúmulos de enamorados
Y los barre con su sensüal cadencia...

Ellos se entregan a su augusta ignorancia
Y extáticos sucumben a la llama dura
De sus ojos esfíngeos azarados
Que comprenden y borran de consuno
En la intuición perfecta del autoser sin sexo
Las frágiles cánulas de su música  nula.

Esa bóveda en oro anciano, 
pasajera y fugaz
esa luz de las seis y quince
de este 28 de marzo
me dejaba llorando sobre las lianas humildes
y me entregaba a las sombras de Rembrandt 
o acaso de Turner marino
en este confín de Antioquia


martes, 27 de marzo de 2012

Dios es el gran no-dios


Dios es el gran no-dios
Desde siempre ha alentado al hombre a no adorar ningún dios ni imagen ni fetiche ni totem 
ni guardar ritos ni profesar tabús. 
Siempre ha impulsado al hombre a la gran libertad del hombre solo ante el universo.

Dios es el dios de la orfandad del universo
El dios del universo es el sacro universo sin dios
Que celebra su ausencia y a cada instante contempla 
en inefable suspenso místico
su paso invisible
Inconsistente.

Es el dios de la inconsistencia
De la duda y la perpetua incoherencia
Entre cuyos abismos caen los átomos
en paradojas Gödelianas
y crepusculares oros Goghianos

seguros en sus solitarias vibraciones en paralelo
a la escucha de aleatorias
letanías del insondable Juan de la Cruz
en sus noches obscuras
de almas amantes de luz

miércoles, 21 de marzo de 2012

Aliento Iluminado



Apenas respiran esos árboles en la tarde de luces
tensados con incógnitas soledades
de quienes se distribuyen en sus vapores,
peleándose escasas probabilidades.
Venían de los desiertos feraces
esos rayos que aquí rumiaban nueces
y olvidaban sus ónticos dolores
sobre la fresca arboleda tendidos de bruces.

Esa luz que brotaban las quietas montañas
y hacían pulular ondinas con pregón aéreo,
alas de mariposas futuristas
fundiendo su luz dorada al ebrio empíreo
y como única huella el intenso aleteo,
temblor del aire que presiden cabalistas
en el corazón luminoso de las mañanas.

Esa luz nos imponía lo cercano,
íntima belleza para el ciego,
nos sumía en letárgico himeneo;
otras luces de múltiples naturas
eran las que brotaba el ébano mago,
y la Noche y las Sombras y la Fimbria agorera
revelaban los profundos abismos de lo vano,
la condición de lontanas crucifixiones en hoguera

Y el fuego puro del doler anciano
Su tierna lumbre interna cuajada de criaturas
de pétalos y graciosos ángeles
cielo y silencio en pócimas de amargos salmos
y estratos de antiguos castillos.

Saltan las aguas con sus sedas
escuchando el cantar de los ligeros aires
y el suave murmurio de las rocas al azar,
los extáticos susurros de los nómadas,

el aciago ritornello que entonaban las olas,
su ir y venir mellando briznas a los estratos
y a las peñeras sus aristas al desgaire:

Ellas tan quietas, las rocas,
vueltas arcana mesa lisa,
de abstracto viaje in situ
en azules almohadas, altares de basalto,
vegetales toboganes del soñar,
amantes de la redonda caricia,
la historia asidua que les contaban las gotas.
mientras seguían ausentes
el rastro abstracto de la luz

Esa luz poblada de criaturas
vibrando de inconsciente Leticia
en enormes melenas de irisadas limaduras
limalla imaginaria en extraser
que arenarios reales proyectan,
en atajos de mágicos viajes
formando los hilos del Ser.

Los rayos nomádicos
fundaban su desierto
desde núcleos de tiernas miniaturas
que albergaban en singulares aromas
alef de himnos orgánicos
emanados del pairo analfabeto:
flotar de letras policromas
con flores errantes de tiempo puro en reto.

Reverberantes pócimas
de traslúcida conciencia
irradiaban de su seno los somas,
contagiando flores vivas
con balbuciente temblor de gracia.

Sutiles voces minimales
contaban por doquier su secreto de ausencia,
quemando cosas paupérrimas
con nudo impensable de inteligencia,
como vórtice mismo de aire fresco
que entona el respirar de los abetos
poniendo a vivir la piel de la existencia…

Y a hervir el sello de antiguo riesgo,
la carne viva de eterna errancia
tras su huella de estrellas florecida.

Todos quedaban de él
mil cosas murmurando.

La brisa comentaba enternecida
el portento de su paso ausente
las espigas de la hierba aún dobladas
rendían homenaje a sus guerreros lunarios.

La voz de los abetos tallaba su cuerpo
con hondos remolinos invaginarios
que nutrían de salvajes melodías
su plasma orante‑demente‑amante
saltando en éxtasis los roquedales de sus nervios,
mientras caniculaba Agosto sus ambrosías
y las alas de la tierra se brotaban de perfumes.

Las alas de la tierra, sus cabellos ondulantes
la fragancia de su risa,
sus cantos de Ulalumes,
sus colores excitantes,
la diosa maga,
la diosa una y trina
que se forja del polvo a sus amantes
y en días y noches les paga
días y noches de azarosa rutina.


José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, agosto del 2000
                                        diciembre de 2006

lunes, 19 de marzo de 2012

Árbol prisionero


Ese árbol preso en sus raíces
Temblaba bajo invisible brisa
Madurando en orden sus naranjas
sujetado por raicillas escondidas,
que hundían con fe uñas tenaces
en la materna humedad de las esponjas

Se reía entre azules de junio,
encargando a los señeros vientos
sus lejanos suspiros, sus locas ansias,
sus cuitas de amores retenidos
a las gitanas abejas tornadizas
o a temibles abejorros del imperio.

Mientras chicas de flotantes blusas
rumoraban perlados amores
y prodigaban besos medusas
entre sombras de madera fresca
y sus verdes de hoscos tornasoles
se fundían luego con la luz arisca.

Sólo él quedaba fijo
De coordenadas prisionero
Soportando los mutantes cielos
Y  cubriendo efímeros amantes.
Sólo el flotaba todo celos
En el aire pícaro de junio.

Ese árbol era mi fagot secreto
Hecho al susurro de microfusas
En este suelo de asfixia y academia
De múltiples alegrías sin sujeto
Y gracias de las aves infusas
Cobijando los amores de las gamias.
Mientras gozosas notas se perdían en el cielo
Graves acordes hurgaban los estratos.

Crudo remolino atornillaba su follaje
Contra broncíneos nubarrones
Mientras los pesados goterones
Se clavaban en su suelo de doctores
Llevando celeste leche a los profundos
Contando a las negruras saga salvaje
De meteorias revueltas por las luces
Y siniestra pavura envolviendo a los poetas

Subía en silencio el néctar que hacían las raíces
Mientras amenazaban sus copas los truenos futuros.
Subían en silencio los ácidos licores,
Mientras temblaban de emoción las copas anacoretas
De hojas verdes, maduras y en capullos,
Creyéndose en fuga por los cielos vagarosos

Llevaban su maquínico alegro
A las oscuras raíces ateridas.
La tierna luz de los hornos estelares
Bajaba hasta las negras entrañas
Donde danzaban afilados sus rizomas
Procurándose la sacra savia
El oro negro que subirían a las crestas
Halados por los soles de verdes agujetas

Ese árbol sólo entonaba síes y noes
Allegros con fuoco y adagios de hondo espíritu
El canon de pulso analfabeto
Que copiaban en unos y ceros
Vivaldianos  petirrojos encendidos,
Azotados por los rayos en Do Mayor,
Sobre las hojas, las ramas y los tallos
De su cuerpo clavado en perpetuo motu

Temblaban sacudidos por terrores
O deliquios  indecibles
Que se gritaban de monte a monte
Entre arcoíris de fastuosas risas
Que tiznaban de fiesta sus diminutas lágrimas
A horcajadas de citadinas prisas

Prefería en su prisión la tierra bruna
Profana matrona sin altares
Cifradas decisiones de raíces ahogadas
Orientadas por los frescos manantiales
Entre la ciega negrura sin señales
Y más que sol quería romanza y luna

Ese árbol prefería el éxtasis de sombras
De sumergidas raicillas virginales
En nutrientes tinieblas de tierra sorda
A las locas danzas de sus hojas
Ebrias de luz y tempestuosos aires
O en las noches de perfumadas hordas.

Un día de Junio de 2010
Con los viejos Petirrojos que me acompañaban
En mis años de prisión en esa desdichada academia ahora
Como cuando enseñaba en la Universidad de Medellín
Entre 1980 y 1984

Dedicado al recuerdo de Oscar Toro,
Mientras me hacía compañía mi aérea Mechitas.


José Sereno
Febrero 9 de 2011

jueves, 15 de marzo de 2012

Fiestas de luz


Llegué de prisa
Junto a mi reina Maydes
Buscando compartir con ella esa escasa luz de milagro
Que nos elevaba en los ingrávidos brazos de Dios
Y nos ponía en espía de su paso subrepticio
La sorpresa dorada de su Intensa Ausencia
Pues no era nada, sólo que nos tensaba en insoportable ingravidez.

Algo me decía que debía apurarme
Que no la compartiríamos por siempre:
Esa luz prodigio
Llegaba de repente
Elevaba el alma como nada sabía hacerlo
Y desaparecía engullida entre las sombras y los grillos noctámbulos
Entre locas armonías de viejos bohemios.

Llegué de prisa
Al filo de la tarde
Para disfrutar con Mechitas
Una cacería de crepúsculos en el viejo Corredor del Corazón.
Lo más seguro, nos tocaría una de esas fiestas de luz
Bajo la bóveda dorada del cielo de un día… Que ya no volverá
Como no volverá ella a acompañar mi alma desolada.

Solo bajo este cielo inmenso
bordeado de flores y pinos gigantes
que me borran en el tablero de la noche
lograré sentir
su roce imperceptible
su voz inaudible
su gracia de princesa diluida.

Para qué me engaño?
Ella nunca volverá a tomar el té a la hora maravillosa?
El té que dejó
ya anda todo envejecido
Insípido e intomable. Ni té ni café!
Si acaso un wiskey que me borre la memoria
Y me adormezca en sus virtuales brazos

De nube y música nocturna
Será su lecho para mi pobre alma
En los futuros días.
Pero sé que estará conmigo
Me hará gemir junto a su lecho suave
Me dará en silencio mis versos
De su celeste paz.

Tendré que celebrarlo solo
Y sentir el paso cosquilleante
De la dorada gracia que precede a la noche.
Algún leve murmullo de brisa bastará para invocarla
Y traer a mi lado su eminente corazón.
Podré irme entonces al fondo de la más oscura noche
Con la luz de su sonrisa y la seda de su piel contra mi rostro.

En el espacio del sueño ella me teletransportaría entre los dioses
Al indomeñable Olimpo,
y en sus mesas de nube y alabastro
Escribiríamos los versos de la nada y lo infinito
Del cero indio y el Cantoriano Universo
En su más íntima comunión
Hecha en los altares de la mediación.

Su presencia allí me garantizaba
Total levedad ante la gran Presencia
y la escasez sonora de los grillos solitarios.