Oh los
bellos días de 1974 en San José de la Montaña
Al Sol
A su desnuda faz doliente
Alguna vez vuelve tu frente
Entrega por fin tus ojos
A la dicha de su Visión ilímite
Condena todos tus cerrojos
Al baño obligado de las Gemas transparentes
En las savias que destilan los Titanes
Y templan a los héroes sin nombre,
Vuelve sin tregua con todos tus afanes.
Al bautizo simple
Con las escamas secas
De la luz del sol caribe
Entra en la aurora con las rocas
Y con suerte de alma en lidia
De algún ocaso los perfiles
Moldearán en dicha y tragedia
Las locas páginas de tus atmósferas
Los años idos por siempre
En los brazos de tu amorosa seda
Al Sol que fatal brilla
Y teje tu cuna con regazos de virgen
Contra el verde esmeraldino de
agrestes josefinas
En penumbras de violeta y psilocibe
Consagra por fin
Tu déspota y tu balastro
Vuelve del revés tu vida‑ardid
Que al timbre de su dolor maestro
Se cuajarán las gravas cristalinas
de celestial avenida en leche del aljibe
Al sol de Yulu Ki
Implora desde tu terrenal cantil:
La gentil alquímica pradera
Que te labraron los ancestros.
Con su dolor en bálsamo de tierna sirena
se envolverán tus órganos combustos
y con las pieles fósiles de profundo mälstrom
se vestirán altivas
en lujo de gran feria
las calles inconsútiles de los cielos
para el paso triunfal
en carros de bohemia
del lumínico príncipe Yulu Ki
A la luz en crueles astillas
A la contaminación reverberante
Que intranquiliza todo aljibe
A la lepra‑luz generatriz
Dedica tu espíritu y tu ciencia,
Tus arpegios delirantes.
Hazlo alguna vez
Y ante tus ojos de piedra lúcida
Se esfumarán las viejas sierpes
Que martirizan hordas inconscientes
Y urden la pelambre de esclavos
Los sudorosos sacos
De insignificante albúmina
Sobre señeros rasgos de simientes.
Y de tus oculares cuencas
Surtirán las perlas impías
Los ríos ácidos del gran recuerdo
Gastarán tu rostro en imborrables surcos
Sus brazos y su voz imperecederos
Te quemarán sin tiempo por el resto
de tus días
Su música sin rivales de concierto
Te arrullará en silencios de altas
esferas
Y helados secos besos de diamantes
Ahogarán tus penas entre sus senos
ariscos.
Dedicado a mi reina María de las Mercedes
En los prados esmeraldinos de San José de la Montaña
Basado en poema de 1974 hecho en las campiñas de esa
lejanía del mundanal ruido
En compañía de mi sirena amante y bajo su custodia
infinita
Pero trazado al ritmo de imparables sollozos en
febrero de 2012
Cuando ella se hizo mi aire y mi entorno en este
Corazón de sus queridos Lares
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