miércoles, 21 de marzo de 2012

Aliento Iluminado



Apenas respiran esos árboles en la tarde de luces
tensados con incógnitas soledades
de quienes se distribuyen en sus vapores,
peleándose escasas probabilidades.
Venían de los desiertos feraces
esos rayos que aquí rumiaban nueces
y olvidaban sus ónticos dolores
sobre la fresca arboleda tendidos de bruces.

Esa luz que brotaban las quietas montañas
y hacían pulular ondinas con pregón aéreo,
alas de mariposas futuristas
fundiendo su luz dorada al ebrio empíreo
y como única huella el intenso aleteo,
temblor del aire que presiden cabalistas
en el corazón luminoso de las mañanas.

Esa luz nos imponía lo cercano,
íntima belleza para el ciego,
nos sumía en letárgico himeneo;
otras luces de múltiples naturas
eran las que brotaba el ébano mago,
y la Noche y las Sombras y la Fimbria agorera
revelaban los profundos abismos de lo vano,
la condición de lontanas crucifixiones en hoguera

Y el fuego puro del doler anciano
Su tierna lumbre interna cuajada de criaturas
de pétalos y graciosos ángeles
cielo y silencio en pócimas de amargos salmos
y estratos de antiguos castillos.

Saltan las aguas con sus sedas
escuchando el cantar de los ligeros aires
y el suave murmurio de las rocas al azar,
los extáticos susurros de los nómadas,

el aciago ritornello que entonaban las olas,
su ir y venir mellando briznas a los estratos
y a las peñeras sus aristas al desgaire:

Ellas tan quietas, las rocas,
vueltas arcana mesa lisa,
de abstracto viaje in situ
en azules almohadas, altares de basalto,
vegetales toboganes del soñar,
amantes de la redonda caricia,
la historia asidua que les contaban las gotas.
mientras seguían ausentes
el rastro abstracto de la luz

Esa luz poblada de criaturas
vibrando de inconsciente Leticia
en enormes melenas de irisadas limaduras
limalla imaginaria en extraser
que arenarios reales proyectan,
en atajos de mágicos viajes
formando los hilos del Ser.

Los rayos nomádicos
fundaban su desierto
desde núcleos de tiernas miniaturas
que albergaban en singulares aromas
alef de himnos orgánicos
emanados del pairo analfabeto:
flotar de letras policromas
con flores errantes de tiempo puro en reto.

Reverberantes pócimas
de traslúcida conciencia
irradiaban de su seno los somas,
contagiando flores vivas
con balbuciente temblor de gracia.

Sutiles voces minimales
contaban por doquier su secreto de ausencia,
quemando cosas paupérrimas
con nudo impensable de inteligencia,
como vórtice mismo de aire fresco
que entona el respirar de los abetos
poniendo a vivir la piel de la existencia…

Y a hervir el sello de antiguo riesgo,
la carne viva de eterna errancia
tras su huella de estrellas florecida.

Todos quedaban de él
mil cosas murmurando.

La brisa comentaba enternecida
el portento de su paso ausente
las espigas de la hierba aún dobladas
rendían homenaje a sus guerreros lunarios.

La voz de los abetos tallaba su cuerpo
con hondos remolinos invaginarios
que nutrían de salvajes melodías
su plasma orante‑demente‑amante
saltando en éxtasis los roquedales de sus nervios,
mientras caniculaba Agosto sus ambrosías
y las alas de la tierra se brotaban de perfumes.

Las alas de la tierra, sus cabellos ondulantes
la fragancia de su risa,
sus cantos de Ulalumes,
sus colores excitantes,
la diosa maga,
la diosa una y trina
que se forja del polvo a sus amantes
y en días y noches les paga
días y noches de azarosa rutina.


José Guillermo Molina
Medellín, El Corazón, agosto del 2000
                                        diciembre de 2006

1 comentario:

  1. Mechitas, tu aura y tu luz siempre cobijará mi espíritu alerta, y no dejaré de espiar Su paso subrepticio y salvador.
    Ráptame, Llévame, Húrtame, Transmútame!

    ResponderEliminar