miércoles, 12 de agosto de 2020

Atrás queda la piel

 


El tiempo del corazón

se va volviendo piel,

arena, ingrávido polvo

y su plurítona música

se va volviendo ruido

disuelto canto insomne.


Piel sobre huesos de chamizo,

piel andante,

urna en delicada rosa

que guarda un alma parlante

en rememoración incesante

guardando fogata calurosa


Es el tiempo de su pasado,

dejado al lado 

por el gran motor 

que tiene su número escrito

en las doradas cifras del fuego

y brujo flogisto al rojo vivo.


El gran motor del corazón,

padre loco del amor,

hecho a las calles del cosmos

padre ignorante, tenaz y duro,

buscando sólo su nuevo pasto,

latiendo lejos de dioses y amos,


hecho para rodar sin gasto 

entre asaz cascajo del martirio

la queja, el gran dolor

de inmenso placer y oscuro ardor

que matiza las noches oscuras

con eternas psicodelias en delirio,


en las que en vano

implora el dulce final

el último silencio,

la dulce luz del gran vacío,

cuando el pasado se vuelve piel,

no bien llegan el alba y el rocío,


en segunda y tercera intención

o n-ésima in-tensión

loca costura de un alma apócrifa,

de un traje inconsútil

hecho por las parcas brujas

a espaldas del harén del califa


Mientras los atentos búhos

vigilaban mi castillo,

la piel dejada por el gran señor

cuidaba cielo en ese rugir de pillo

forraban su gracia en labios dúos

y envolvía entre sueños su furor.


José Guillermo Molina

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

Agosto 12 de 2020


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