domingo, 2 de agosto de 2020

Cascadas y turbinas



Esas eran las puertas de la gracia,

del absoluto silencio aturbinado.


La entrada al viaje de atmósferas iniciáticas

Y vapores minerales.

El impoluto éxtasis

rimaba su agua pura,

sus brocados de incontenido cristal,

sobre las piedras oasis,

el canoso lecho de los cantos,

trazando nuboso himno vegetal.

 

Por allí regaba sus canas de sapiencia.

Su azúlea pureza

y fulgurante cristal poema,

rodaba por los tiernos gradientes,

los brazos amantes,

cuajados en metamórfica gema,

de milenarias piedras en gris eón.

 

Entre las hebras y muelles cojines

de musgos en verdes de viva fiesta

y helechos en profunda siesta,

el planeta entraba en oración

tras la cascada de ancianos tutelares

y hacia el corazón de nieblas somnolientas,

donde templaban sus solos paladines.

 

Por espejos desgarrados

De anciana roca fluída

hacía danzar sus locos remolinos:

a flote la risa oxigenada de los fríos,

los sutiles juegos de los genios,

el humor ácido de los ríos:

    protohistoria de minimales desvíos

    en rebeldes corales marinos.


 La alegría del universo restallaba 

en sus pequeñas ordenadas danzas


La pura caída de los átomos en torbellinos

entre la cascada de umbrales al azar

marcaba senda de incorporales entre pinos,

surcada en ingravidez de velos al danzar,

con gracia de sirenas glamurosas,

plegando el instante en rosas

que les pintaba el sol buril de la mañana

 

LA CANCIÓN SERENA

NOS ARRANCABA EN VILO

SOBRE EL CUERPO DE TIERRA

HECHO CONSTANTES, ARENA

CONTRA LABERINTO SIN HILO

CUYA MOVILIDAD ATERRA.

 

El sabor enibrante de letal huida

daba el tono de genérico abstracto

al paso incorpóreo de líricos alientos.

El camino de su caída

era una siembra de milagros

de vidas transparentes y plasma cantor:

escurrir de gloria por rocas y musgos

apagado fragor de piedras

de antiguas tormentas y furias

entre cuevas de nubes resonantes

y el bajo continuo en carbón y silicio,

bramido, clangor, desquicio.

 

Su indeterminación y desequilibrio básico

Daba lugar a todo tipo de determinaciones

Y también de diluciones y deformaciones:

A su afanado paso entre gotas cantarinas

(embriagando en rotación

el polvo de hornblendas y cuarzos

que dormían en nenúfares por las orillas),

cundía dinamis por los sordos huesos,

mecían rocas calando sus lujurias:

 

las Capas de Antiguos Sedimentos,

a su beso repetido y voluptuoso,

entregaban sin cesar sus cuotas de arenisca

a las trenzas espumosas que les musitaban

locas serenatas en cuerdas y vientos.

Permuta de arena por música,

de carne por verbo,

entre la magia de un desbalance de elementos,

en cuyo torno gravitaban armónicos de ventisca.

 

Por los espejos desgarrados

De la roca floculada,

hacía danzar vivaces amoríos:

 

era la risa oxigenada de los siglos,

los sutiles juegos de los genios,

el humor ácido de los ríos,

las nómades polvaredas de cosmoluz

todas las manadas vivas, núcleos de bríos

del gran pasado en general

conjugaban aquí sus coros simultáneos

pasaban en presentes de ligeros sacrificios,

brindaban alegres por la suma contingencia:

 

Era el gran ritual de los actuales

a los dioses virtuales,

a la gran memoria y la conciencia

el Olimpo de toda potencia,

régimen de estocásticos poderes espontáneos.

 

EN VERDAD NADA QUEDABA REALIZADO

CADA ESENCIA ERA RELEVADA EN EL HUMO INACABADO DE LA CARNE

Y LAS  FORMAS FLOTABAN EN TRANCE SOBRE RÍO DE METEOROS

 

José Guillermo Molina Vélez

Medellín, El Corazón, Finca Villa Mercedes

enero de 2001, agosto 2 de 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario