lunes, 8 de enero de 2018

Cielo de cocuyos

Ahora

En el fondo de esta noche oriental
Eres solo mía
Contra inmenso cielo de cocuyos
Bajo el que duerme mínima
Oscura tierra natal
Que acuna en silencio nuestro amor en rima
en el cariño fértil 
de abonados hoyos

Eres sólo mía
mi diosa impía
Y yo tuyo
Preso en dicha
De mis amadas niñas
Mi virgen dormida
Adolescente de mis fugas nuevas
Que a los viejos mitos sin compasión derriba
Y entre cuyos besos y arrullos
Se yerguen mis acuosas maderas

Cuando en la noche de pacientes grillos
y suicidas chicharras
Llegan a mis sueños tus apasionados besos
En dulces amarras
Suenan en mis cánulas enhiestas
tus orgullosas voces
De alegre Cenicienta
Hecha al rigor de mis caminos ásperos
De mis silencios insondables
Equipotentes con la noche infinita
Calorados al horno de tus ardientes abrazos
Mientras tus gemidos perforan mis huesos

Mi niña amante
Mi novia niña de ardidos fervores
Extraños a códigos de turbamulta
Que envuelven mi alma en dulces lazos
Y en tu dulzura toda me sepultan
Al amanecer de gratos arreboles.

Me llevas sin respiros
Tras salvajes rutas  vacías de historia
donde germinan deliciosos conciertos
en sexuales  trémolos de hada,
Que me comunicaban tus labios de flores vivas
Y me atrapaban sin más en la Ensenada...
La Ensenada dulce de tu sexo fuerte
Donde me alimentaba el almíbar tierno
que tenías para los pájaros del cielo
Y donde cantaba el océano los arpegios de su suerte

Alli cataban sus secuencias de tiempo
Los vinos y deliquios de la vida fresca
Mientras la juvenil doncella
Celebraba en flautas, violines y cellos
la impensable alegría del presente.
Me arrastrabas sin respiro
A la llanura en estrella
donde se aman vida y muerte
Y  celebran su boda-enigma
la muerte y la doncella
Trenzadas en los musgos espiras
del sublime viaje por los cielos.


Rionegro, Diciembre 2017
José Guillermo Molina

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