Solo tu
voz de sedas
me llevaba entre los musgos Grises
de tus naves abandonadas,
y me donaba el néctar de dioses.
El sofisticado arcano
me llevaba entre los musgos Grises
de tus naves abandonadas,
y me donaba el néctar de dioses.
El sofisticado arcano
de tus
besos encantados
coloreaba de risas y sencilla gracia
la piel ajada del mundo anciano,
coloreaba de risas y sencilla gracia
la piel ajada del mundo anciano,
de flores
frescas cubría sus tapices
y diluía en espuma su sólida malicia.
Tus ojos de niña eterna
vertían sobre mi mente arcilla
la luz de la inocencia
y configuraban en mis dados
y diluía en espuma su sólida malicia.
Tus ojos de niña eterna
vertían sobre mi mente arcilla
la luz de la inocencia
y configuraban en mis dados
jugadas del azar y el peligro.
Desafiaban mi alma en pecados
Desafiaban mi alma en pecados
hacia el pozo de atersado negro,
de riscos femeninos en caverna
capaces de incógnitos placeres,
sembrados de dichas en cadencia,
cuajados de mieles y semillas,
de riscos femeninos en caverna
capaces de incógnitos placeres,
sembrados de dichas en cadencia,
cuajados de mieles y semillas,
llenando
de risas los altares.
Jugábamos en la noche del azar
a que germinaran las orquídeas.
Entre las pieles secas del mundo yermo,
jugábamos al amor de Abelardos y Eloisas,
entregados al fuego de sus besos,
envueltos en riesgo de cenizas.
Podrían quemarnos, castrarnos, aniquilarnos.
Ya sabíamos nosotros el secreto de lo incorpóreo,
entre la sangre misma de los cuerpos.
Ya sabíamos desaparecer en gozo
entre los cuerpos de acero y roca
Jugábamos en la noche del azar
a que germinaran las orquídeas.
Entre las pieles secas del mundo yermo,
jugábamos al amor de Abelardos y Eloisas,
entregados al fuego de sus besos,
envueltos en riesgo de cenizas.
Podrían quemarnos, castrarnos, aniquilarnos.
Ya sabíamos nosotros el secreto de lo incorpóreo,
entre la sangre misma de los cuerpos.
Ya sabíamos desaparecer en gozo
entre los cuerpos de acero y roca
que oponía
el mundo a nuestro paso.
Tu mi niña del alma florecías
en sedas, mieles y rosas,
al fondo de los poros enfermos
de desiertos en cenizas.
Tu furia marina
inauguraba el cuerpo sin órganos.
Tu y yo
hacíamos máquina
y teníamos Feliz encuentro:
Era el gran acople de los centros.
Apagabas en el mundo angustias locas.
con tus indómitas sonrisas
a todo viento.
Llenabas de anarquía divina
y libre orgullo
los poros atónitos de las inocentes cosas
Mientras yo, mi rebelde corazón,
amante de lo absurdo
que rompiera y quemara
el sempiterno barullo,
deshacía las atroces horcas
almacenadas en mi mente historia.
Tu y yo
hacíamos máquina
y teníamos Feliz encuentro:
Era el gran acople de los centros.
Apagabas en el mundo angustias locas.
con tus indómitas sonrisas
a todo viento.
Llenabas de anarquía divina
y libre orgullo
los poros atónitos de las inocentes cosas
Mientras yo, mi rebelde corazón,
amante de lo absurdo
que rompiera y quemara
el sempiterno barullo,
deshacía las atroces horcas
almacenadas en mi mente historia.
Tu y yo rompíamos los cerrojos
y librábamos
del martirio aquel perfil
que surgiera
con pasión en los futuros.
Y gozábamos cuando la secular noria
volaba en pedazos y despojos
Y gozábamos cuando la secular noria
volaba en pedazos y despojos
entre tus
dientes de fiero marfil:
celestial pantera
cuya inocencia demolía los muros
y disolvía en escoria
su corrupta ecuación oscura.
celestial pantera
cuya inocencia demolía los muros
y disolvía en escoria
su corrupta ecuación oscura.
Rionegro, Noviembre 2017
Medellín, Enero 8 de 2018
José Guillermo Molina
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