sábado, 20 de enero de 2018

Palabras mudas y ojos ciegos


Los rostros de todos aquí en el taller
hablaban mudos tras los vidrios
tras la pantalla inexpugnable
de mi gélida inhumanidad,
empeñada con toda su sangre en demoler.
Todos se me aparecían gesticulando sin voz
desde el fondo continuo de un espejo solar
que viajaba en mis ojos dos lagos antiguos.

Todos  se  volvían  mis  dobles,
mi  no‑ser en legión de marionetas
al contacto de ese cuero intangible
que devoraba sus llamas‑esencias
dejando apenas abstractas siluetas
vacías de Selbst y pira intrínseca,
apagadas en su volcán corporal,
dispuestas a cualquier acción virtual
que urdiera en escenas de astucias
mi inquieta rueca amante del dual.


Yo me llevaba sus fulgurantes almas
                              de pieles frescas,
a abrazar a Dios
cuando viajábamos al infinito
o a abrazar la nada,
                  los hoyos oscuros
cuando íbamos a menos infinito
registrándose ambos viajes
en inextiguible fósforo
dentro de nuestro cerebro inmenso
como un perpetuo viaje de regreso
… muy lejos de finitos campos de arroz

Entonces se ponía de relieve lo importante:
QUE COLECTIVAMENTE ÉRAMOS,
A GRAN ESCALA
UN SOLO TAPETE-OJO
LA LUZ DE LA RAZÓN
que declinaba en objetos
el dolor transubstancial de Ver
que almacenaban en néctar
o abrigaban con celo las palabras:
un solo tejido de sensibilidad
en músicas de fantástico avatar
tendido sobre la tierra borboteante,
                       a modo del gran ojo del Ser

contra el Afuera en dolientes espasmos,
engastado en los Océanos de la Noche mineral,
leve luz de una gran conciencia
intermitente entre tormentas de diamante
que conducían la marcha de los astros
por sutiles sendas de inocencia
bordeadas de siniestros abismos .

El Innombrable vuelto Ojo sin Párpado
sembrado en baldío solar
Ojo‑oído que percibía
Al compás de un hondo silencio
Las harmonías celestiales
Que se ofrecían en jardines de alicante.

Nuestra escasa luz guiaba
En la medida en que trancaba y estorbaba.

Constituimos un aborto del espíritu
Su único rastro
testigo del viaje "in situ"
de la voluntad de contemplación,
de la pura Autocontemplación.
Somos el quiste en la marcha unánime de los átomos,
el cáncer inconsumible del pensamiento.
No dejamos de nacer allí como excrescencia,
como el gran obstáculo en materia obscura
que le obligaba a carcomerse infinitamente,
y a nacer cada vez más lejos de esta carcoma
en un tiempo escaso de volátil curvatura.

Somos el ojo de pura luz ciega
fenómeno de música pura

…Pero somos intervalos vivos
De átomos musitando
Átomos cantando y floreciendo
en armonías de Handel o Vivaldi
profundos himnos en clarinete del místico Mozart 
y los gitanos Sarasate y  Brahms
sortílegos poemas de Leo o de Valery
surtiendo en ritornellos de flauta o fagot
o estremecidos violines de luz
al ritmo de un Schubert o un Dvorak
O amantes y sedientos
nocturnales versos de Juan de la Cruz.

Reciclando algún Papelucho de los años 70
Con aleluyas esporádicas del 2008
bajo el ciberojo de los 2013
y la supervisión final de enero del 2018
José Guillermo Molina

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